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jueves, 11 de octubre de 2018

MUDAR LA PIEL



No voy a negarlo, acudí a ver esta película-documental porque vi que "el protagonista" era Juan Gutiérrez, a quien veo poco, pero admiro mucho y quien me inició en la resolución de conflictos. Bien, pero vayamos con la peli.

El resumen argumental que se ofrece es el siguiente: Juan es un mediador que trató de alcanzar la paz entre ETA y el gobierno español. Roberto es un espía de los servicios secretos que se infiltró en su vida durante años. Mudar la piel es la historia de Juan, el padre de la directora, y Roberto, el hombre que le espió. Ambos cultivan una insólita amistad a pesar de la traición. Mudar la piel también es la crónica de la relación de los cineastas con el espía y su dificultad para atrapar su escurridiza identidad.

Es decir, parece una historia sobre la traición y el engaño, con el fondo histórico de la lucha armada en el País Vasco durante los años 80 y principios de los 90. Y algo de eso hay, sin duda, porque la anécdota que se nos cuenta transcurre en esa época. Yo diría, en cambio, que es una historia acerca de la amistad. No sobre el perdón, ni la comprensión. Sobre la amistad. Y sobre la importancia que tiene percibir a las personas íntegramente, sin reducir el foco a un aspecto determinado. A ver si soy capaz de aclarar esto.

Juan monta un centro de investigación para la paz, Gernika Gogoratuz, donde entre otras cosas y de forma extraordinariamente discreta se están dando pasos para llevar a cabo una mediación entre ETA y el gobierno con el fin de resolver el conflicto. Aquí se infiltra un espía, Roberto. Roberto cumple su función, es decir, conseguir información. Pero poco a poco se va impregnando del espíritu que anima a Juan y de los modos y maneras de la resolución de conflictos, hasta tal punto que Juan piensa en él como su posible sucesor en el centro.

Pero los designios de la administración son otros y los gobiernos suelen fallar a menudo —a esto se le llama alta política—. En un momento dado la negociación no interesa y a Roberto se le pide que extraiga una información del ordenador de Juan y abandone el lugar. Esto no se dice en la película, se infiere. Esa información se filtra a la prensa y la negociación se va al garete. Roberto desaparece. Esta es la traición, el engaño. La historia sigue y otras traiciones y otros engaños darán con los huesos de Roberto en la cárcel, que para eso es una simple pieza al servicio de un engranaje difícilmente inteligible.

Juan se entera del procesamiento de su amigo por la televisión. Más adelante recibirá una carta de 30 folios donde este le explique algunas cosas. Juan, a pesar de todo, sigue sintiendo a la persona Roberto como un amigo. Digamos que Juan sabe de Roberto más cosas que las de su "oficio". Digamos que Juan conoce de Roberto otros aspectos distintos al del engaño que conlleva la carrera de espía. Digamos que Juan sabe que una persona es bastante más que la función que desempeña en un momento determinado de su vida. 

Esto es lo sustancial. También están los documentos y entresijos de una época muy violenta y complicada. Incluso los personajes públicos que aparecen y las conversaciones frustradas entre partidos en EEUU. Y, por supuesto, el intento de una hija por comprender la fidelidad de un padre a una extraña amistad, que es como el intento del film por comprenderse a sí mismo. Pero por encima de todo está la magnífica reflexión de Juan y su fidelidad al ser persona. Tan sencillo como sabio.

2 comentarios:

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