No es este un libro nuevo ni actual. Isaiah Berlin falleció hace ya bastantes años y estas Impresiones personales se publicaron por primera vez en 1980; por última, en 1992. No es uno de los títulos imprescindibles de Berlin, ni tampoco uno en que exponga directamente su pensamiento. Son impresiones personales, recuerdos, semblanzas de otras personas a las que el autor conoció y a las que por una razón u otra admiraba. Es decir, es un libro escrito desde la parte más directa y emotiva del escritor y el pensador; es un libro a caballo entre las memorias y el reportaje biográfico.
Que un pensador importante de su siglo recoja las semblanzas e impresiones que le causaron el contacto con las personas que conoció tiene de bueno que las figuras que ahí aparezcan van a ser figuras destacadas de la cultura. Eso, con ser en sí mismo interesante para quien lee, no es, desde mi punto de vista, lo más destacable. Yo creo que lo más atractivo de este libro es el aspecto más personal, más próximo, de los personajes que aparecen en él. Es como si pudiésemos verlos durante momentos cotidianos, sin la máscara del personaje público.
Es todo un lujo, por ejemplo, poder "ver" cómo actuaba, cómo disponía su estrategia argumental y cómo se fue formando el pensamiento de Austin, uno de los padres fundadores de la filosofía del lenguaje, en las reuniones informales de Oxford. Es todo un lujo —y también un profundísimo dolor— poder contar con testimonios directos de los escritores rusos silenciados brutalmente por el régimen soviético. El encuentro de I. Berlin con Ajmátova en el Leningrado de 1945 es verdaderamente emocionante.
Por el libro desfilan personas tan relevantes en sus ámbitos de trabajo como Churchill, Roosevelt, Ch. Weizman, M. Bowra —si tenéis oportunidad, no dejéis de leer su ensayo Poesía y política 1900-1960—, A. Huxley o Einstein. Un placer encontrarlos en bata y zapatillas.
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