Los árboles son esos magníficos seres vivos a los que normalmente no prestamos ninguna atención, pero cuando lo hacemos, descubrimos que cada uno es distinto e incluso tienen una historia que contarnos.
Yo soy uno de esos bárbaros urbanitas que lo ignora prácticamente todo acerca de ellos, aunque cada vez me gustan más y busco con mayor asiduidad su compañía. Este ejemplar me llamó la atención por su tronco nervudo y los profundos pliegues que lo conforman.
Cuando me acerqué a él, vi que en todos sus huecos había papelitos. Bolitas de papel que la gente había ido depositando en cada uno de los agujeros. Lo primero que pensé fue lo guarros que podemos ser. Pero no, no se trata de eso. Este ejemplar de labiérnago no está siendo convertido en papelera. Se trata del ejemplar más longevo del Jardín de Plantas de Montpellier, que a su vez es el jardín botánico más antiguo de Francia, creado en 1593 para que los estudiantes de medicina pudieran tener un lugar donde investigar las distintas propiedades de las plantas y sus posibles aplicaciones.
Con el tiempo —tal vez por ser el "abuelo" del jardín, acaso porque el árbol representa desde tiempos inmemoriales la perpetuación del ciclo de la vida y la conexión más fuerte con la Madre Tierra— este hermoso ejemplar se ha convertido en el árbol de los deseos y las peticiones amorosas. Aquí vienen enamorados y enamoradas a pedir que el amor que sienten sea correspondido y duradero. ¿Hay algo más hermoso que la ingenuidad de la fe acudiendo esperanzada a un árbol para que los deseos se cumplan?
Este otro añoso ejemplar es un olivo, árbol de la paz y de la sabiduría, con múltiples referencias y significados en el mundo mediterráneo. Su historia, la historia que este ejemplar nos ofrece, es mucho más directa y racional, pero no menos emotiva. Se encuentra en el parque situado en la explanada Charles-de-Gaulle de Montpellier, y uno siente una pequeña descarga de agradecimiento y emoción cuando se acerca a ver qué es lo que han escrito en el cartel que hay al pie del árbol: A la mémoire des victimes des attentants du 11 de mars 2004 a Madrid.
Es algo tremendamente subjetivo, pero cuando lo descubrí la ciudad se me hizo más próxima y amable.
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