Degas: Madame Manet y Édouard Manet, 1868-1869, Kitakyushu Municipal Museum of Art. Fuente: Wikipedia. |
En él aparecen el célebre pintor Manet y la pianista Suzanne Leenhoff. Es obra Degas, amigo de Manet. Por entonces, la pareja llevaba ya cinco años casada.
Lo verdaderamente extraño es que fue el mismo Manet quien lo seccionó, de tal forma que no podemos ver el rostro de Suzanne ni la parte del piano que falta. No fue el acto de un trastornado que entra en un museo dispuesto a causar una escabechina allá donde su impulso le lleve. Fue el propietario del lienzo. Lienzo, que para mayor extrañeza, había realizado un amigo suyo.
Este insólito incidente provocó el lógico enfado de Degas, si bien, por lo que sabemos, no duró demasiado tiempo y pronto se reconciliaron. Según cuentan quienes lo conocieron, Manet era una persona encantadora y muy agradable, lo que tal vez explique la pronta reconciliación, pero arroja más misterio sobre su sorprendente reacción ante el cuadro.
A la muerte de Degas, el cuadro se encontraba entre sus posesiones. Según parece, lo había recuperado por medio de un amigo común y tenía la intención de restaurarlo. Nunca llegó a hacerlo. Hoy se encuentra en el Museo de Arte de Kitakyushu, Japón.
¿Fue un ataque de celos? ¿Fue la envidia profesional? ¿Fue un repentino acceso de rivalidad? Me temo que cuantas preguntas nos podamos hacer sobre el comportamiento de Manet con respecto a este cuadro van a quedar sin respuesta.
Decía Samuel Johnson que el mérito principal del hombre consiste en resistir los impulsos de su naturaleza. Gestionarlos de manera adecuada nos ahorraría muchos disgustos y penalidades, pero seguramente nos privaría de buena parte del cine y de la literatura universal o, al menos, de una parte importante de sus argumentos. Acaso, la historia que hay detrás de este cuadro esté esperando ser imaginada por un buen novelista.
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