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martes, 7 de octubre de 2014

DE VÍRGENES, BATALLAS Y CAPRICHOS VARIOS

Batalla de Lepanto. Autor desconocido.
A veces entro en clase del grupo de mayores y les preguntó qué día es con la intención de hacerles caer en la cuenta de alguna fecha característica que tenga relación con lo que a continuación vamos a trabajar. Hoy, por el contrario, ha sido una alumna la que me ha preguntado qué día era, con la loable a la par que maliciosa intención de poner al profe en evidencia, pues saben que el profe es poco dado al santoral. Yo, imaginando por dónde iban los tiros, les he dicho que si lo que quería saber era el santo o santa que hoy tocaba, no tenía ni idea. Sonrisa triunfal y respuesta: Jesús, hoy se celebra la Virgen del Rosario.

Lo que ya no podía suponer el grupo, ni yo mismo, es que tocara algo de lo que sí sabía por qué se celebra hoy dicha fiesta religiosa. Con lo que, ya puestos, les he contado de dónde viene la historia. Y el cuento tiene que ver con la batalla que recoge el cuadro que se encuentra al comienzo de esta entrada. Poco que ver, como se ve, con las buenas acciones y el amor a nuestros semejantes.

Era el 7 de octubre de 1571 cuando se enfrentaron en Lepanto (Grecia) las flotas cristiana y otomana. Antes de entrar en combate las tropas cristianas se encomendaron a Dios, como era costumbre, y como último acto de auxilio y protección rezaron el rosario. Suponemos que el entonces papa Pío V debía de estar haciendo algo parecido, porque días antes la flota había sido bautizada como Liga Santa por el santo varón.

La suerte, la estrategia, el conocimiento de las artes de guerra y la preparación quisieron que la victoria fuese para el lado cristiano. Dos años más tarde, otro papa, Gregorio XIII, ofreció el día en el santoral a "Nuestra Señora del Rosario", aunque lo fijó en el primer domingo de octubre. Mucho después, Pío X, en 1913, lo colocó en la fecha de origen, es decir, el 7 de octubre.

Y así es como tenemos el origen de una fiesta, que hoy no sería considerada ni política ni religiosamente correcta, pero eran otros tiempos y matarnos entre creyentes de distintas religiones no sólo estaba bien visto, sino que era una práctica alabada y jaleada por las mismas, las distintas religiones, quiero decir.

Por cierto, me entero antes de redactar esta nota de que en su origen el rosario tenía 150 avemarías y que fueron los jesuitas (vagos ellos, al parecer) quienes empezaron a reducir el rezo, dejándolo en una tercera parte. Y es que hasta para los de la casa resulta cansina tanta repetición.

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