Este libro ni está recién publicado, ni lo acabo de leer. De hecho, no es un libro para leer en el sentido cotidiano de la palabra leer, sino para ejercitar el razonamiento lógico y para divertirse mucho con él... si es que os gustan los problemas lógicos.
Lo traigo a esta entrada porque estaba preparando deberes de castellano para mis alumnos. Algo que fuera divertido y que al mismo tiempo valiera para practicar la comprensión y he pensado que nada mejor que hacer publicidad de un libro real, con un problema de los que aparecen en él.
Raymond Smullyan ha sido uno de esos profesores divertidos y juguetones que ha tocado muchos palos, además de ser un reconocido admirador del también matemático y escritor Lewis Carroll.
Resultado de estas aficiones es el libro que aparece aquí y que el autor publicó en 1982 en su país. Cátedra lo tradujo en 1995. El libro ha tenido un notable éxito entre los estudiantes de Filosofía de todo el mundo, los amantes de los sinsentidos de Alicia en el País de las Maravillas y entre aficionados a las Matemáticas en general y los juegos de lógica en particular.
Entresaco uno de esos problemas-adivinanzas que aparecen en el libro, y prometo un poema dedicado a la persona que me haga llegar a través de los comentarios la respuesta correcta más rápidamente:
-Recuerdo otro curioso juicio -dijo el Caballero-. Había tres acusados. Cada uno de los tres acusó a uno de los otros dos. El primer acusado fue el único que dijo la verdad. Si cada uno hubiera acusado a uno distinto, pero no a sí mismo, el segundo acusado habría sido el único que dijo la verdad.
¿Cuál de los tres acusados era el culpable?
La respuesta, más adelante.
El primero
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