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jueves, 7 de agosto de 2025

RETRATOS DE AMANTES (Annie Miller), 20

El despertar de la conciencia, William Holman Hunt. Fuente: Tate Britain.


Algunas personas se suelen quejar por la cantidad de datos mitológicos, bíblicos y alegorías cristianas que es necesario conocer para poder acceder a lo que buena parte de la pintura y la escultura nos quiere transmitir, especialmente en el arte hasta el siglo XVIII. Yo me atrevería a decir que en esta obra de Holman Hunt el repertorio de símbolos repartidos por el cuadro para poder entender cuál es el asunto es superior a las obras con las que hay que lidiar en la historia del arte, ya sean referidas a escenas mitológicas o a asuntos religiosos del cristianismo. Pero vayamos por parte. Primero, ella.

La protagonista de la escena es Annie Miller, modelo que posó para varios miembros de la Hermandad Prerrafaelita. El óleo que aquí se reproduce es de 1853. Por aquella época, Hunt se había comprometido con Miller, modelo y amante; sin embargo, el compromiso se rompió antes de que el pintor viajara a Palestina en 1854. Hunt también se encargó de que ella recibiera educación durante su ausencia y dejó una lista de artistas, entre los que se encontraba Millais, para quienes ella podría posar. Annie Miller no hizo mucho caso de la lista y también posó para George Price Boyce y para Rossetti, que no estaban en la lista. Hasta aquí los hechos que justifican la inclusión de este trabajo en la serie.

Antes de que continuarais leyendo, estaría bien que hicierais vuestra hipótesis sobre qué es lo que creéis que cuenta esta escena, sin demasiadas vueltas. 

(...)

Los símbolos y las pistas
  • Gato y pájaro. Un gato juega con un pájaro que se le ha escapado (el gato es el hombre; el pájaro, la mujer). Para más señas: delante de ellos se encuentra un arreglo musical para el poema Tennyson "Lágrimas, ociosas lágrimas".
  • Reloj. Sobre el piano hay un reloj con la talla de Cupido al que la Castidad está atando. Mensaje: la abstinencia vencerá y la mujer podrá escapar.
  • Mobiliario. Impecable, no es el que corresponde a una casa familiar. Es una habitación muy cuidada, la que los caballeros adinerados tenían para alojar a sus amantes en el Londres de la época.
  • El guante. Tirado en el suelo era durante la época victoriana una advertencia sobre la prostitución.
  • Los hilos de lana. Son el símbolo de la telaraña tejida por el engaño.
  • Libro y sombrero sobre la mesita = el caballero, querido Watson, solo está de visita. El joven victoriano ha pasado por la casa que tiene alquilada para su amante en busca de un rato de entretenimiento.
El título, en realidad, ya nos lo decía casi todo. La mujer, sentada sobre las piernas del hombre, acaba de ver la luz (ha despertado) que entra por la ventana que tiene enfrente (la podemos ver en el espejo). Es la metáfora que utiliza la paleta de Hunt. Acaba de tomar conciencia de que es la amante de un hombre casado y abandona el regazo que la acogía.

Un cuadro, como veis, tan simbolista como moralizador. Y yo que creía que se estaban divirtiendo.

Para saber más: Raquejo Grado, Tonia. La pintura decimonónica. El mundo contemporáneo. Historia del Arte, Tomo 4. Alianza Editorial, Madrid, 1997.

PS: No he podido averiguar quién ejerció de modelo para el hombre. ¿Es, acaso, él mismo?



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