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miércoles, 3 de julio de 2024

UN LIBRO, UN POEMA

#unlibrounpoema
Marianne Moore (1887-1972) es una de las poetas que más claramente utiliza como método compositivo la alusión. a la poesía le sienta bien y ella lo utiliza de forma magnífica. Uno de los poemas que más me gusta es este que tiene como motivo central un famoso caballo de los años cincuenta del pasado siglo: 

TOM FOOL EN EL JAMAICA                                                                                                 
Mira a Jonás que zarpó de Jaffa, detenido por
la ballena; mala pasada para un estadista que no se detenía ante nada, 
aunque estuviera menos dispuesto a morir que a arrepentirse. 
Sé infalible por tu cuenta y riesgo, es posible que tu sistema falle, 
y elige como modelo al escolar español 
que a los seis años dibujó una mula y un jockey 
que se detienen en seco ante un caracol.

 «Existe una grandeza oculta, como dijo Víctor Hugo». 
Sentir avec ardeur; eso es; magnetizado por la sensibilidad. 
Tom Fool «se esfuerza y lo hace más a menudo 
que los demás caballos» —es uno de abril, un día con cierto significado 
en doble sentido— el favorito 
del sonriente Master Atkinson, con el sello del campeón y el 
sprint adicional si es necesario. Sí, sí. «La suerte 

es una lamentable impureza»; como lo es el blanco en la pata 
trasera izquierda de Tom Fool —una anomalía; aunque, a juzgar por 
los resultados, una especie de pata de conejo que le da confianza.
Arriba, en la torreta del hipódromo, comparando velocidades, 
Fred Capossela no pierde la cabeza, 
«Es duro», ha dicho; «pero lo conseguiré; ¿por qué no iba a hacerlo? 
Estoy relajado, tengo confianza y además, no apuesto». Sensacional. 
Él no apuesta a sus alegres 

colores— sus casacas rosa con rayas negras, con faja o lunares. 
Tom Fool es «un caballo hábil», de pezuña cincelada. Tiene el ritmo 
de un bailarín o el impulso armonioso 
de un delfín en la proa, donde todos los corredores ganan fácilmente— 
como patas de centauro acompasadas, como timbales que compiten; 
nariz rígida y las aletas de gamuza infladas, la suave mano izquierda 
en la rienda, hasta que... 
bien —esto es una rapsodia. 

Desde luego, si hablamos de campeones, ahí está Fats Waller 
con su toque de pluma, sus ojos de jirafa y ¡esa mano enardecida en 
Ain't Misbehavin'!, Ozzie Smith y Eubie Blake 
ennoblecen el ambiente; recuerdan al caballo lipizano; 
la vez que Ted Atkinson salió a la carrera sobre Tiger Skin 
—sin perseguidores a la vista— como un gato al galope. Y puede que hayas visto un mono 
a la grupa de un galgo. «Pero Tom Fool...

***


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