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sábado, 16 de diciembre de 2023

CENTAURO METAFÍSICO, Oteiza

Centauro metafísico. Ataun.

Escribía Juan Eduardo Cirlot en su estupendo Diccionario de símbolos:


Centauro
      Ser fabuloso que, constituido por seres medio hombres medio caballos, se suponía nacido de Centauro y de las yeguas de Magnesia. Desde el punto de vista simbólico constituyen la inversión del caballero, es decir, la situación en que el elemento inferior (fuerza cósmica no dominada por el espíritu, instintos, inconsciente) domina plenamente.


Ciertamente, no han gozado de buena fama estos seres mitológicos asociados a lo instintivo y la brutalidad. Ahí están las metopas del Partenón para recordarnos la bestialidad y el vandalismo del comportamiento de estos seres durante el banquete de la boda entre Pirítoo e Hipodamía. Sin embargo, la imagen que yo he tenido de ellos desde pequeño ha sido muy otra. En mi imaginario —tal vez influenciado por alguna película o algún cuento que no recuerdo— han sido seres amables y benefactores. Imagen mucho más acorde con la del excepcional Quirón, maestro de Aquiles y otros muchos héroes griegos. 

Sea como fuere, no es este el caso del metafísico centauro imaginado por Oteiza, quien aludía a la doble naturaleza de esta creación mitológica como metáfora del ser vasco —entidad también abstracta e imaginaria, como cualquier otra generalización que se haga de un colectivo tan heterogéneo como es un pueblo entero—. El artista oriotarra aludía a la doble naturaleza del pueblo vasco, la pragmática y la religiosa, la que se cuestiona sobre el quehacer y el trabajo, y la que le lleva a interrogarse por el más allá, la que trata de encontrar una respuesta trascendental y religiosa a las incertidumbres del humano vivir.

Ignoro qué aceptación pueda tener esta lectura, inequívocamente heredera del romanticismo, entre la población actual del País Vasco. A mí, en todo caso, siempre me ha llamado la atención este tipo de pensamiento abarcante y totalizador, que da en explicar la realidad, en este caso el ser humano, tal y como lo piensa e imagina alguien; ese contundente decir la humanidad es así. Y se quedan tan satisfechos con su ocurrencia, como si acabaran de descubrir una verdad rotunda e indubitable. ¿Creía Oteiza que el impulso religioso del insigne Barandiarán era el que movía a toda la población vasca?

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