Editorial |
De esta antología tomo hoy cuatro poemas:
HABLA
¿A qué lengua se traduce la lluvia?
¿Cuántas sílabas forman el perfume
que la rosa destila? ¿Con qué rima
uncirías las olas de la playa?
¿Serías tú capaz de discernir
los hemistiquios en el beso último
de dos amantes, y ponerle acentos
al silencio sutil de sus pupilas?
¿Qué humana ortografía serviría
para ese ladrido que a lo lejos
se oye en plena noche o para el pulso
que late en todo astro, incluso muerto?
Dime con qué alfabeto se transcribe
el sueño de la vida,
dímelo sin palabras, que son merma,
sin rima, sin acentos, sin medida,
y luego, habla.
De Un sueño en otro. Andrés Trapiello.
MÁS ALLÁ DE LOS MUNDOS
No desear el día que despierta,
sino la noche que ensimisma,
este silencio más allá,
más allá de los mundos,
una apagada habitación,
en la modesta mecedora,
con el abstracto juego de verdades
y de mentiras, ya pulverizadas.
Ser una sombra si alguien entra
y pregunta ¿qué pasa?,
¿quién hay ahí, quién duerme,
quién sueña o quién vigila?
Pero ni sueña ni vigila;
se mece.
Y que todo se vaya.
De El jardín. César Simón.
Dicen las piedras:
Aprende a ser feliz,
pero en silencio.
De Huellas de escarabajo. Susana Benet.
CANCIÓN PARA TERMINAR
Con tan poco como tienes
—acordes, palabras, signos...—
temblando a solas, ¿pretendes
que te hable el Dios prometido?
Mira el jilguero. No es nada:
miedo y plumas. sin embargo,
escondido entre las ramas,
puede hacer que cante un árbol.
De Canciones. José Mateos.
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