Traducción, Mario Campaña. |
Este boceto de poemario es una de esas extrañas obras que en su incompletitud arrojan una solidez expresiva y una capacidad comunicativa muy superior a muchas obras acabadas, quizás por el acontecimiento del que surge: en 1879, cuando apenas tenía 8 años de edad, muere su hijo Anatole. El poeta, 37 años, se sumerge en el silencio. Poco después empieza a dar vueltas a una obra para rescatarlo de la muerte.
Según Jean-Pierre Richard, editor y estudioso de Pour un tombeua d´Anatole, el poeta francés intentó con este trabajo probar que el hecho absoluto de la desaparición de un ser puede ser reabsorbido, y, en el límite, abolido por el pensamiento, él también absoluto, que recupera y eterniza en sí la esencia del ser desaparecido (traducción y cita de Mario Campaña en la edición de Bassarai; p 8).
Sea como fuere, el proyecto quedó inacabado y las notas redactadas permanecieron inéditas hasta 1961.
Puede que asuste un poco leer un texto fragmentario. Tal vez quienes acostumbran a leer poesía a pequeños sorbos —un poema hoy, otro mañana— se desanimen ante el poema sin cerrar. Que nadie se asuste por eso. El fragmento, la raya, el hueco en blanco y hasta la abreviatura dotan a este proyecto de una enorme capacidad sugestiva y absorvente que se lee mejor de corrido, porque la atmósfera que es capaz de crear es absolutamente correspondiente con el tema. Aún diría más: una vez comenzada su lectura es difícil abandonarla.
(4
antes hacer
+ )
<así pues>
entonces, ¡ soy yo
manos malditas —
quien te lo ha legado !
— silencio
(él perdona)
(4
arriba hacia
el fin de II —
muerto —
muebles inmortalidad
de esta manera
—
y un fondo de naturaleza
I — ¿ no jugará
más — confundiéndose
en el campo
en que ahora reposa ?
(2
te siento
muy fuertemente — la
certidumbre
de que te encuentras
siempre con
nosotros, padre, madre,
<cerca> — aunque
libre, y en todas partes
a la vez —
_____
y las cosas secretas
— puedo
Y aquí debajo, en audio, otros tres fragmentos:
***
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