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sábado, 1 de julio de 2023

EL CAPITAL EN LA ERA DEL ANTROPOCENO

Editorial
Por si alguien no lo sabe: desde hace algunos años parte de la comunidad científica ha propuesto cambiar el nombre de Holoceno (época geológica actual) por el de Antropoceno, o añadirlo a la sucesión (según las inclinaciones), pues consideran que lo más destacado de la época actual es el impacto de la especie humana sobre el medio natural. En el artículo de Wikipedia que está enlazado podéis leer un resumen de la discusión en torno al término.

Sin duda la elección del término tiene un carácter ideológico, como lo tiene el autor del libro, Kohei Saito, quien no engaña a nadie y deja bien clara cuál es su filiación en el debate político-social: 

Para saber hacia dónde nos debemos dirigir, es necesario explorar las causas primigenias del cambio climático. Y la causa fundamental no es otra cosa que el capitalismo. La razón es que el aumento de la emisión de dióxido de carbono comenzó en la Revolución Industrial; es decir, cuando el capitalismo inició en serio su andadura.  Poco después, un pensador reflexionó honda y acertadamente sobre el capital. Exacto, Karl Marx

Este libro analizará la relación entre el capital, la sociedad y la naturaleza, haciendo referencia, en distintos momentos, a El capital de Marx (p 12).

Esas pocas líneas del propio Saito en la introducción dejan bien claro cuál es el tema del libro. En realidad, no sería necesario ningún otro comentario, salvo indicar —más que nada por la pesada carga académica que la exégesis marxista ha ido dejeando a lo largo del siglo XX— que el libro se lee de corrido sin ninguna dificultad, muy lejos del lenguaje abstruso tan querido por la filosofía marxista. 

Pero sí hay algo más que comentar. Y no es un algo cualquiera, sino fundamental. Algo que nadie hasta ahora había percibido en los textos últimos de Marx, y que gracias a este coeditor de MEGA (Marx-Engels-Gesamtausgabe) vamos a poder saber: Marx era ecologista y decrecentista. Tal cual. Solo es necesario leer con atención la Crítica del Programa de Gotha y la esencial Carta a Zasúlich.

Y no, no estoy utilizando la ironía. Lo dice él: Es cierto que Marx no dejó plasmada en ningún sitio la imagen del comunismo decrecentista (...) esta es una imagen de Marx que nadie había advertido antes (...) La "Carta a Zasúlich", escrita en el ocaso de su vida, es el testamento indispensable de Marx para que nosotros sobrevivamos al Antropoceno (pp 170-1; el subrayado es mío. De la Carta se infiere el pensamiento ecologista).

No hay nada como pertenecer a un equipo para verlo todo desde ese prisma. Y si no ganamos el partido es porque el árbitro pita en contra nuestra. Desde luego, el libro tiene todos los ingredientes para convertirse en un superventas. En Japón ya lo es.

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