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lunes, 29 de mayo de 2023

UNA DEFENSA DE LA POESÍA, P. B. Shelley

Editorial. Traducción: Pedro Larrea.
En mi opinión, uno de los textos de carácter ensayístico más interesantes de cuantos que escribió Shelley, y escribió sobre multitud de temas, es este que surgió a raíz de la publicación del de su amigo Th. Love Peacock, Las cuatro edades de la poesía. Es un ensayo breve (45 páginas), asequible a cualquier persona y de una concepción romántico-idealista que todavía gusta mucho. En él podemos encontrar algunas de esas grandes frases que son citadas innumerables veces, esas frases que la gente cursi llama inspiradoras y se dedica a repetirlas vía WhatsApp. Creo que unas cuantas citas de esta Defensa serán suficientes para mostrar cuál era la posición Shelley ante la poesía y de qué manera la entendía.

Pero los poetas, o aquellos que imaginan y expresan este orden indestructible, no son sólo los autores del lenguaje y de la música, de la danza, de la arquitectura, de la escultura y de la pintura: son los institutores de las leyes, y los fundadores de la sociedad civil, y los inventores de las artes de la vida, y los profesores, que se involucran en una cierta propincuidad con lo bello y lo verdadero, esa comprensión parcial de las acciones del mundo invisible que se llama religión (p 21).

Un poeta participa de lo eterno, lo infinito y lo único; por lo que respecta a sus concepciones, tiempo y lugar y número no existen (p 22).

Un poema es la imagen misma de la vida expresada en su verdadera eternidad (p 25).

La Poesía fortalece la facultad que es el órgano de la naturaleza moral del hombre (p 29).

[La Poesía] es, siempre en calma, la luz de la vida; la fuente de lo que de bello o generoso o verdadero pueda tener lugar en un tiempo malvado (p 38).

Las funciones de la facultad poética son dobles: mediante una, crea nuevos materiales de conocimiento y placer y poder; mediante la otra, engendra en la mente un deseo de reproducirlos y organizarlos con un cierto ritmo y orden que pueden llamarse lo bello y lo bueno (...) La Poesía es, en efecto, algo divino. Es a la vez centro y circunferencia del conocimiento; es aquello que comprende toda ciencia, y aquello a lo que toda ciencia debe referirse. Es al mismo tiempo la raíz y la flor de todos los otros sistemas de pensamiento; es aquello de lo cual mana, y aquello que adorna todo; y aquello que, si sufre plaga, niega fruto y semilla, y al mundo estéril retiene el alimento y la sucesión de los vástagos de la vida (p 53).

La poesía es el registro de los mejores y más felices momentos de las más felices y mejores mentes (p 55).

Un Poeta, pues es a los otros el autor de la más alta sabiduría, placer, virtud y gloria, debería ser personalmente el mejor, el más feliz, el más sabio y el más ilustre de todos los hombres (p 57).

Ellos miden la circunferencia y sondean las profundidades de la naturaleza humana con un espíritu abarcador que lo penetra todo (...) Los Poetas son los legisladores incomprendidos del Mundo (frase final, p 61). 

(Ignoro por qué en la traducción hay una gran variación de mayúsculas y minúsculas para poeta y poesía).

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