Hoy se cierra Poesialdia 2023 con la presencia de Mircea Cărtărescu en el Ernest Lluch. Luisa Etxenike se encargará de entrevistarlo. Eso será las 19:00. Mientras tanto, aquí dejo uno de sus poemas:
Editorial |
OCCIDENTE
Occidente me ha bajado los humos.
he visto Nueva York y París, San Francisco y Frankfurt
he estado donde no habría soñado ir jamás,
he vuelto aquí con un montón de fotos
y la muerte en el alma.
creía significar algo y que mi vida significaba algo.
había visto el ojo de Dios mirándome con el microscopio
observando mi agitación en una lámina.
ahora ya no creo nada.
he servido para una estabilidad estúpida
para un olvido profundo
para una vagina solitaria.
vagaba por lugares que ya no existen.
¡oh, mi mundo ya no existe!
mi mundo apestoso en el que yo significaba algo.
yo, mircea cartarescu, soy nadie en el nuevo mundo
hay 1038 mircea cartarescu aquí
los hay 1038 veces mejores
hay aquí libros mejores que todo lo que he hecho
y mujeres a las que les importan un comino.
el huevo pragmático se resquebraja y Dios está aquí
precisamente en su creación, un Dios bien vestido
en ciudades bonitas y otoño espléndidos
y en una especie de suave nostalgia de Virginia del Sur en el coche
de Dorin (country music en los altavoces)…
ahora conozco mis límites
y conozco los límites de la literatura
pues yo he visto la Sears Tower
y he visto Chicago, en una bruma verdosa, desde arriba, desde la Sears Tower
y en la azotea de un rascacielos corrían dos galgos
y le dije a Gabriela, mientras tomábamos una Coca-Cola,
que mi vida estaba acabada.
es como en los Magos de Eliot: he visto Occidente
he sobrevolado Manhattan
he contemplado con ojos desorbitados mi muerte encantada
porque mi muerte es esta.
he mirado los escaparates de motos Suzuki
y me he visto en ellos mugriento, anónimo
he caminado horas y horas por Königstrasse
entre chavales con skateboards.
Era el hombre en blanco y negro en una foto a color
Kafka entre arcadios.
poemas, pohemas, filosentiame
modernismos y discusiones en la taberna sobre quién es el mejor
listas elaboradas en el tren (volvía de Onesti): cuáles son las mejores
novelas rumanas de hoy
los diez mejores poetas vivos
tal y como los papuanos
escupen todavía hoy en el caldero de vino de palma, para que fermente…
pero la poesía una señal de subdesarrollo
como lo es mirar a tu Dios a los ojos
aunque no lo has visto nunca…
he visto juegos de ordenador y librerías y ambos me parecen lo mismo
he comprendido que la filosofía es entertainment
y que la mística es show-biz
que aquí solo hay superficies
pero más complejas que cualquier profundidad
¿qué puedo ser yo allí? un hombre fascinado, loco de felicidad
pero con la vida terminada.
con la vida definitivamente jodida, como la del gusano de la cereza
que creía ser alguien
hasta que salió a la luz, rodeado de su inmundicia
(mi inmundicia, mis pobres poemas)
he visto gente para que la ley del aborto
es más importante que la destrucción de los Soviets
he visto cielos altos y azules, plagados de lucecitas de aviones
y he conocido el aullido de las cuatro mil universidades.
he subido a la torre Eiffel por las escaleras
y he subido al centro de Pompidou por el tubo de plexiglás
y he estado en el Fox Head en Iowa City…
he charlado sobre posmodernismo en Ludwigsburg
con Hassan y Bradbury y Gass y Barth y Federman
como charla el condenado con su verdugo
he grabado en mi grabadora el silbido del hacha
que me separa la cabeza del cuerpo.
sentía ganas de llorar ante el lujo de Monrepos:
¿cómo es posible? ¿por qué hemos nacido para nada?
¿por qué luchar contra Vadim y Funar?
¿por qué no podemos vivir de una vez?
¿por qué ahora, cuando podríamos, por fin, vivir
respiramos de nuevo el olor acre de la basura?
posmodernismo y cuarentayocho
deconstrucción y tribalismo
pragmatismo y ombligos
y la vida, que es absurda…
he visto San Francisco, el golfo azul con barcos
y más allá el océano con islas boscosas
¡el Pacífico, imagínatelo!
metí las manos en el océano Pacífico, “thanking the Lord
for my fingers”
y me entraron unas locas ganas de partir.
Y en la famosa librería de Ferlinghetti (¡existe de verdad!)
como si
penetraras consciente en tu propio sueño o en un libro…
me volvieron loco las calles de San Francisco
y Grant Street con sus baratijas chinas
y las palmeras gigantes y esas chicas tan graciosas
de los salones de belleza
(las clientas
no se miraban en espejos, sino en monitores a color)
y las noches americanas, ¿te acuerdas Mircea T.?
junto a tu casita y la de Melisa, después
de ver películas de ciencia ficción toda la tarde, comer tacos
y beber cerveza Old Style
cuando salimos fuera nos abrumaron las estrellas
y los aviones silenciosos que se movían entre ellas
y en tu coche, el viejo Ford, el aire estaba helado
y me llevaste, atravesando la ciudad desierta, hasta mi querido
Mayflower Residence Hall.
y los desfiles de Thanksgiving y de Halloween
con viejos banqueros disfrazados de osos y de payasos
y el chico de origen checo interesado en Faulkner
y la pequeña coreana del Cambus amarillo
y la melancolía de las hojas amarillas de Iowa City
y nosotros dos, Gabi, haciendo compras, horas y horas
en el Targer y el K-Mart y en los Goodwill
y también en el fantástico Mall del centro…
… comía caramelos de canela mi primera mañana en Washington
con la cámara al cuello, en el frio de la plaza Dupont…
… pagué siete dólares por ver el Zoo de Nueva Orleans
y llovía, y todos los animales estaban en sus guaridas…
en el taxi discutiendo con el taxista negro,
sin entender una palabra de lo que me decía: “Hey, man…”
… maravillosos almuerzos en restaurantes chinos, tailandeses,
pero el mejor en el Meandros, los griegos del Soho…
… The Art Institute (a rebosar de impresionistas)
… The Freak Museum (amazing: ¡tres Vermeer!)
… The National Gallery (retrospectiva de Malevich)
un hombre congelado durante cien años
abre los ojos y prefiere morir.
lo que ha visto es demasiado hermoso y demasiado triste.
porque allí no tenía a nadie y entre los dedos tenía un panadizo
y sus dientes estaban tan estropeados
y en la cabeza
tenía todo tipo de cosas inútiles
y todo lo que había hecho hasta entonces
tenía la mitad de la consistencia del viento.
un hombre inventó, en una lejana isla
una máquina de coser, hecha de bambú
y se creía genial, pues a ninguno de los suyos
se le había ocurrido nunca algo así, pero cuando llegaron los holandeses
le premiaron por el invento
regalándole una eléctrica.
(gracias, dijo, y eligió morir)
no encuentro mi sirio, ya no soy de aquí
y no puedo ser de allí.
¿y la poesía? me siento como el último mohicano
ridículo como el dinosaurio de Denver.
la mejor poesía es la poesía soportable,
nada más: solo soportable.
nosotros hemos escrito durante diez años poesía buena
sin saber qué poesía tan mala escribíamos.
hemos hecho gran literatura, y ahora entendemos
que esta no puede traspasar el umbral, precisamente porque es grande,
demasiado grande, asfixiada por su propia grasa,
tampoco este poema es poesía
pues solo lo que no es poesía
puede resistir como poesía
solo lo que no puede ser poesía.
Occidente me ha abierto los ojos y me ha golpeado la cabeza contra el dintel,
dejo a otros lo que ha sido mi vida hasta hoy.
que crean otros en lo que he creído yo.
que amen otros lo que he amado yo.
yo ya no puedo más, no puedo más,
no puedo más, no puedo más.
(Traducción: Marian Ochoa de Eribe y Eta Hrubaru).
***
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.