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jueves, 22 de diciembre de 2022

SERVIDO EN FRÍO, MANUEL FRANCISCO REINA

Ejemplar del KM

SOBERBIA

Escondido en ti, como un gusano,
larvado el corazón de servidumbres,
guardas de los pecados el primero,
cimiento en que el mal erige su casa.
Hipertrofia del Yo, del ego enfermo que busca
el aplauso banal de los ajenos,
el pedestal vacío en el que ser idolatrado.
No comprendiste que, sin alas, la altura solo
es la gran certeza de la caída.




EL PERDÓN DE LOS PECADOS

El perdón de los pecados es la suma gracia.
Un don que no es a todos concedido.
Lee bien estas letras que te envío,
apóstol del engaño más obsceno,
pues ni el Cristo en su bondad más alta,
ni discípulo alguno de los suyos
perdonó fariseos vicetiples,
ni sepulcros blanqueados de heridas ajenas.
Que queden retenidos tus pecados
y que cargues con ellos hasta el día del Juicio,
conjugados en ti Caín y Sísifo,
y no encuentres alivio en tu continuo presente.
Esa ha sido mi evangélica prerrogativa,
la he pagado con martirios, con ayunos y llantos.



BANDEJA DE PLATA

El tiempo es bandeja de plata donde se sirven
nuestras respuestas; también oráculo sin rostro
que suscita nuestras preguntas. Cuchillo íntimo
con que cortar el lastre de nuestro dolor muerto.
Cabeza inerte de nuestro adversario
al que besar los labios exangües ya de pálpitos.
Cuídate de quedarte preso en el beso inerme,
porque lo exánime tiende a alimentarse de almas
que quedaron heridas en su vuelo,
como la araña atrapa mariposas errantes.
Ve pasar por delante la bandeja argéntea,
mas no te detengas en su visión victoriosa,
como no se recrea el hielo en la flor que quema,
ni más tarde el árbol con el brote en el que vence.
Mira que la venganza es aleatoria
si la vida la ofrece, y por eso es fría,
y no hay que salir a buscarla, dejar que pase,
indiferente, ajena, y frente a nosotros,
como algo que no nos incumbiese,
como alguien que no pagara por nuestra herida.

 

Tan pronto como ha llegado este ejemplar del último Premio Jaime Gil de Biedma a la biblioteca me lo he llevado a casa y lo leído. Salgo de la lectura perplejo y confundido. Dejo tres poemas, solo tres poemas, pero suficientemente significativos. Es cierto que aprecio el ritmo y el juego del verso que tiende al endecasílabo. Soy incapaz de ver la profundidad del poemario, cito las palabras del jurado que habla de la memoria de una herida, de una deslealtad, con una interesante reflexión sobre el mal y su repercusión en el mundo. Debo de ser un poco torpe o estar hoy especialmente espeso. 

En cualquier caso, empieza a preocuparme lo de los premios bien dotados económicamente que recaen sobre ajustes de cuentas personales. Desde que soy lector, siempre había pensado que ser capaz de expresar pensamientos que puedan ser válidamente universales, que nos ayuden a salir de nuestro propio mundo y reflexionar sobre cuanto nos rodea y cuantos nos rodean de una manera generosa y abarcante era un componente característico de la literatura. Dicho de otra manera, que la literatura es una forma de ayudarnos a entender mejor el mundo y lo que somos, es decir, nos ayuda a madurar y, tal vez, a ser un poco mejores. Será que estoy confundido.

***


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