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sábado, 17 de diciembre de 2022

MIRANDA DE EBRO

El Ebro, el puente de Carlos III y la iglesia del Espíritu Santo.

 Uno de los aspectos más atractivos del ejercicio de la poesía es que te lleva a descubrir lugares. Así me ocurrió ayer. La lectura que hice en la biblioteca municipal de esta ciudad me permitió sorprenderme con un lugar lleno de encantos que desconocía totalmente. 

Todo cuanto me unía a Miranda de Ebro era la estación de ferrocarril y una noche en la que tuve que esperar a que pasara un tren procedente del norte en dirección al sur con una niña de meses en brazos. Me había confundido al coger un tren en Burgos y hasta Miranda no pude bajar para cambiar el sentido del viaje. Me pasé toda la noche con el bebé en brazos. Cada vez que intentaba descansar y la dejaba sobre alguna superficie, lloraba. Al parecer ella también intuía la confusión y no quería estar en otro sitio que no fuera el refugio de los brazos paternos... hasta que llegó a casa al día siguiente. Podéis imaginar cómo acabé yo.

Posteriormente, he vuelto a pasar por Miranda. Como los trenes que entonces existían ya no existen —luego quieren que utilicemos el transporte público—, he vuelto a pasar en coche, pero siempre era un lugar de transición hacia otro. Ayer, gracias a la poesía, tuve el tiempo suficiente como para deleitarme con la belleza de sus rincones y la amabilidad de sus gentes. Nada más llegar, un atentísimo empleado de la oficina de turismo me ofreció toda la información necesaria para disfrutar la ciudad: la arquitectura del ensanche, el centro histórico, el jardín botánico, el castillo..., todo cuanto se necesita para dejarme seducir por los encantos del lugar.

Pero es que, además, el día también se mostró amable y, aunque amaneció nublado y frío, se fue abriendo y pintando con sus mejores luces el paisaje, como si quisiera mostrarme lo muy equivocado que yo estaba con la ciudad. 


Sin ánimo de ser pesado, os dejo algunas imágenes:

Casa de las cadenas.

Casa de los Urbina.

Teatro Apolo.

"Casa de los cuernos", nº 10 de la calle de los Almacenes.

Mural en la plaza Cervantes. ¿Reconocéis todas las caras?

Iglesia del Espíritu Santo.

Mural de Rodrigo Araiko Arce a la entrada del centro histórico.

Vista parcial del casco antiguo con el castillo sobre el cerro.

Y si el día había comenzado muy agradablemente gracias a la simpatía recibida en la oficina de turismo, otro tanto debo decir del final de mi estancia gracias a las bibliotecarias que me atendieron en la muy moderna y confortable Biblioteca Cervantes. Muchísimas gracias.

***


1 comentario:

  1. Te ha faltado la m símbolo de la ciudad, esperamos tu vuelta

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