Creo que fue el grandísimo Rajmáninov quien tuvo que recibir un tratamiento de hipnoterapia durante bastante tiempo para poder superar no sé si la depresión o el miedo al fracaso después de su Primera Sinfonía. A mí los tratamientos me resultan más baratos y son siempre menos sofisticados. Cuando estoy mal suelo recurrir a la música sacra —los sicoanalistas buscarían alguna retorcida y divertida explicación para explicar esta tendencia en un agnóstico—. Lo cierto es que en mi caso funciona muy bien, incluso hasta cuando los males son físicos.
Pero lo cierto es que en estos momentos estoy muy bien y no me encuentro ni deprimido ni padezco ningún mal. El traer hoy a Händel ha sido culpa de la Quincena Musical y del paso por ella de John Eliot Gardiner y el Monteverdi Choir, auténticos especialistas ambos en música barroca. Y como sigo en modo-gardiner-coro-fantástico-angelical, para prolongar un poco más el gozo, he traído hasta aquí este Dixit Dominus que, aunque me da igual lo que el dominus dijo, me hace entrar en un estado de felicidad similar, creo, al de la violinista del minuto 7. Y eso es lo importante.
La grabación pertenece a la actuación durante los Proms de 2021. Los solista son
Julia Doyle (soprano), Emily Owen (soprano), Bethany Horak-Hallett (mezzo-soprano), Graham Neal (tenor), Peter Davoren (tenor) y Dingle Yandell (bajo).
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Gracias, Jesús. Será mi banda sonora durante la carrera de mañana por las playas gaditanas.
ResponderEliminarLa música clásica eleva mis pies desde la arena hacia el cielo.