Mayo es mi mes, el que más me gusta, Mahler es uno de mis compositores favoritos y su Sinfonía nº 2, conocida como Resurrección, una de las obras musicales que más admiro y disfruto. Así, pues, este domingo musical se lo dedico a una de mis debilidades, que al mismo tiempo es una de las más gigantescas de la historia de la música.
Todo en esta obra es impresionante: el deseo de abarcarlo todo y expresarlo todo, la vida y la muerte, el más allá y el más acá, en fin, un empeño en el que dejó su tremenda creatividad. Fijaos, según él, el primer movimiento representa un entierro y se pregunta por la vida después de la muerte —¿hay vida más allá?—, el segundo movimiento es una remembranza de los tiempos felices, el tercero es una queja sobre la inutilidad de la vida, el cuarto representa el anhelo de liberación de cuanto sinsabor nos ofrece la vida, el quinto y último es un rebullir de dudas y angustias para terminar dando el gran salto al renacimiento eterno. Bestial la duración, bestial la pretensión, bestial el esfuerzo creativo. Pura música metafísica. Si Rilke buscaba expresar lo inefable por medio de las palabras, Mahler lo hace a través de la música. El impulso es el mismo.
Reservad una hora y media de este domingo de mayo para adentraros en una de las más grandes obras musicales jamás escritas.
Muchas gracias, Jesús. Esa hora y media la tengo ya reservada. Feliz día, feliz mes de mayo, feliz vida...
ResponderEliminarGracias a ti, Nerea.
EliminarUn abrazo.