No, no es una niebla bajita que se haya adensado para esconder el suelo a nuestras pisadas y proteger así a las siempre humildes margaritas, pero lo parece. Tampoco son extrañas emanaciones que los pequeñuelos habitantes del subsuelo hayan producido para ocultarse de los peligrosos seres humanos, aunque tal vez deberían inventar algo parecido. Ni son sedas especiales con las que las hacendosas arañas hayan querido realizar trajes para engalanar las hierbezuelas de las zonas verdes. Esta pelusilla blanca y algodonosa es el vilano.
En ocasiones, la producción que realizan álamos y chopos es tan grande que llega a cubrir todo el suelo, como en este caso. Y no es peligrosa para la salud, pues esta pelusa no causa alergias. Es el método del que se valen esos árboles para esparcir sus semillas. Método que, cuando sopla el viento, resulta muy atractivo, pues da la impresión de que están cayendo suaves, templados y algodonosos copos. Un espectáculo.
Nunca había visto tal cantidad. Tampoco había podido imaginar que hubiera seres humanos tan descerebrados como para darle fuego. Entonces sí que puede ser muy peligroso porque arde muy rápidamente y el desastre puede tomar dimensiones colosales.
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Путин, немедленно останови войну!
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