En este último domingo de mayo, día 29 del mes, a punto de terminar la primavera —no la astronómica, pero sí la meteorológica—, aprovecho para rendir homenaje a la estación que se va y a mi mes favorito con esta extraordinaria obra de Stravinsky que tanta polémica levantó en su momento y tantos caminos abrió a la música. Hoy es el aniversario de su estreno en París.
En 1913 el Teatro de los Campos Elíseos había acogido al todo París para escuchar una obra del joven compositor Ígor Stravinsky (30 años en aquel momento). En palcos contiguos estaban Debussy y Saint-Saëns. Empieza el concierto. Solo de fagot. Debussy: ¡Abominable! No entiendo nada. Saint-Saëns: Si eso es un fagot, yo soy un fagocito. Poco después en la sala se produce un tremendo alboroto de protesta.
Dejando a un lado el hecho de que la época de las vanguardias gustaba del escándalo y de los alardes subidos de tono, en la actualidad esta obra se programa de forma continua en las salas de concierto de todo el mundo y disfrutamos con ella. Hasta Disney la utilizó en 1940 para su película Fantasía, aplaudida por toda clase de público. Los gustos, es evidente, cambian.
Sobre las novedades introducidas por Stravinsky en esta obra en cuanto a ritmo, melodía, armonía y orquestación, Wikipedia ofrece un buen resumen que no voy a repetir aquí. Eso sí, debo advertir que he colocado el vídeo para que se reproduzca en el momento del concierto. Antes de que comience hay diez minutos en los que Barenboim (director), Dominic Olze (timbalista) y Matthias Glander (clarinetista) comentan el programa y la relación musical entre Stravinsky, Debussy y Brahms. Si queréis escuchar lo que dicen, solamente tenéis que llevar al principio la línea de avance.
Daniel Barenboim dirige la Staatskapelle Berlin en el Centro Cultural Kirchner de Buenos Aires.
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