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martes, 8 de marzo de 2022

AITA MARI


Hacía mucho tiempo que tenía guardada esta fotografía del monumento a Mari, a Aita Mari, nombre hoy conocido en toda Europa por el atunero Stella Maris Berria que, destinado al desguace, fue transformado por Íñigo Mijangos e Íñigo Gutiérrez para dedicarlo a embarcación de rescate en el mar Mediterráneo. Fue entonces cuando tomó el nombre con el que se conocía a aquel abnegado patrón de pesca, quien hace más de siglo y medio salvó muchas vidas en el Cantábrico. 

José María Zubia, nació en Zumaia y después de un tiempo surcando mares se estableció en Donosti, donde se dedicó a la pesca de bajura. Aquí comenzó a extenderse su fama, no como pescador, sino por la generosidad que mostraba ofreciendo ayuda a quien la necesitase, y, bien lo sabemos, en el mar suele necesitarse con más frecuencia de la que sería deseable.

Un 9 de enero de 1866 se desató, de repente, una tormenta. Unos pescadores que estaban en una chalupa intentaban entrar en la Bahía de la Concha para protegerse, pero el oleaje se lo impedía. Mari partió inmediatamente desde el puerto de San Sebastián para rescatarlos. Y lo logró, pero un golpe de mar le arrastró a él. 

Dicen las crónicas que aquel día fallecieron 38 pescadores. La desaparición de Mari en las furiosas aguas del Cantábrico fue presenciada por mucha gente desde la costa. 

La abnegada entrega de Aita Mari a lo largo de su vida y su terrible pérdida originaron una tremenda conmoción en la ciudad. Para recordarle se levantó un busto en el muelle del puerto pesquero. En 1901 se sustituyó por el monumento que podemos ver en la actualidad.


Esta es la traducción del texto de la placa (la tomo de Wikipedia): Dio usted su vida queriendo salvar a los náufragos y hoy tiene, ensalzado, como su tumba, el gran mar. Duerma con el sonido de las olas profundas. Oh, hombre adorable. Honradas con su gloria San Sebastián y el Cantábrico.

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