Editorial |
Me empecé a interesar por la filosofía de la ciencia al comienzo de los años 90, cuando buscaba respuestas al problema del conocimiento y de la consciencia, esa cuestión que planea entre la neurociencia, la filosofía y la biología. Ahora, creo que estoy más cerca de la aserción socrática que de cualquier otra cosa—tal vez por eso es por lo que surco más los caminos de la poesía—; pero, en cualquier caso, disfruto muchísimo adentrándome en los pormenores, recovecos, argumentos y contraargumentos de quienes son capaces de pensar más allá de donde yo llego, de ver mucho más lejos de lo que yo alcanzo, y me encanta la sensación de sentirme convencido por lo que cada cual arguye en el momento en que lo leo.
Como el propio Alan F. Chalmers dice al comenzar, su libro constituye un intento de contestar preguntas tan trascendentales para el conocimiento como ¿podemos comprender la naturaleza?, ¿es posible conocer la realidad?, ¿hasta qué punto?, ¿cómo obtenemos las ideas sobre la naturaleza?, ¿cuándo y cómo dejan de ser válidas? Y como en este campo hay precedentes notabilísimos, durante los primeros capítulos se dedica a revisar y explicar las ideas de Kuhn, Feyerabend, Popper, Lakatos y demás ilustres de este campo. Y lo hace de una manera sorprendentemente clara y atractiva, lo que explica que este texto se haya convertido en un clásico universitario en la materia.
Después de revisar las distintas escuelas y sus respuestas a cuáles son las características del conocimiento científico, a qué es eso que llamamos ciencia, se adentra en los problemas que el relativismo plantea, expone el punto de vista bayesiano, quienes consideran que es inapropiado adscribir probabilidad cero a una teoría bien confirmada. Más adelante, expone con el rigor y la claridad que le caracteriza el punto de vista del nuevo experimentalismo y las explicaciones de Deborah Mayo. Cierra el libro una reflexión en torno a cuestiones tan significativas y apasionantes como ¿por qué la realidad debería obedecer leyes? y las implicaciones que suponen las tendencias realistas y antirrealistas.
Después de revisar las distintas escuelas y sus respuestas a cuáles son las características del conocimiento científico, a qué es eso que llamamos ciencia, se adentra en los problemas que el relativismo plantea, expone el punto de vista bayesiano, quienes consideran que es inapropiado adscribir probabilidad cero a una teoría bien confirmada. Más adelante, expone con el rigor y la claridad que le caracteriza el punto de vista del nuevo experimentalismo y las explicaciones de Deborah Mayo. Cierra el libro una reflexión en torno a cuestiones tan significativas y apasionantes como ¿por qué la realidad debería obedecer leyes? y las implicaciones que suponen las tendencias realistas y antirrealistas.
En el epílogo hace un recuento final de cuantas ideas importantes han desfilado por el libro.
Si estás mínimamente interesado en la cuestión de cómo conocemos lo que conocemos, si es que conocemos algo, este libro te gustará.
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