Homenaje a Goethe. Alabastro, 1977. Caserío Zabalaga. |
Este Homenaje a Goethe de Chillida se encuentra dentro del caserío, en la planta baja; concretamente, a la derecha de la que en la actualidad se utiliza como puerta de salida.
Aprovecho la fotografía para unir en una misma entrada escultura, poesía y música. Algo que resulta muy sencillo, porque si conocida es la admiración del donostiarra por la cultura alemana, aún más famosa es la querencia de la música por los textos del poeta.
El rey de Thule es una balada escrita en 1774. Apenas habían transcurrido ocho años cuando Seckendorf la publicó con la música creada por él. Después la musicaron autores tan importantes como Schubert, Berlioz, Schumann, Gounod.
Más adelante, Goethe la incluyó en la primera parte de Fausto. Grechten (Margarita) la canta después de su primer encuentro con Fausto. Esta es la traducción de Kovacsics:
que hasta la tumba fue fiel,
al que, al expirar, su amada
le dio una copa dorada.
Nada quería el rey tanto,
la apuraba en las jaranas.
Cada vez rompía en llanto
que de aquel vaso tomaba.
Y cuando le llegó la hora
contó los pueblos del reino,
legó todo a su heredero,
pero no le dio la copa.
Sentado en la cena real,
por caballeros rodeado,
en el castillo del mar,
en sala de antepasados,
el viejo beodo bebía
su última llama de vida:
lanzó la sagrada copa
abajo, hacia las olas.
La vio caer y beber,
hundirse en el mar la vio.
Sus ojos también se hundieron;
ni una gota más bebió.
El grupo musical Ensemble Aedes la interpreta así de bien con la música de Schumann:
Palabra, música y materia colaboran para crear belleza. ¡Qué hermoso espectáculo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.