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viernes, 23 de julio de 2021

GLIESE 436 b (donde reside el amor)

Representación artística del planta y su estrella. Fuente: ciencia.nasa.gov


No es que los astrofísicos Paul Butler y Geoffrey Marcy estuvieran buscando el planeta donde el amor reside cuando en 2004 hallaron Gliese 436 b, pero parece que, además de encontrarlo, hicieron que esa figura retórica que conocemos como oxímoron dejara de ser una figura retórica para convertirse en una realidad tangible (es un decir) y mensurable. 

Cuando Quevedo dio comienzo a uno de sus sonetos más populares con el verso es hielo abrasador, es fuego helado para definir el amor, poco podía imaginar que estuviera hablando de algo físicamente real. Y es que el universo es muy grande y muy raro, tanto como para que a poco más de 30 años luz de distancia —de momento, parece que no vamos a poder ir a visitarlo— haya un planeta similar a Neptuno, pero en plan calentito. Concretamente a unos 980º Kelvin, que para nosotros son unos 527ºC. Vamos, que lo de la olas de calor de por aquí allí las agradecerían mucho... si es que pudiera haber alguien para agradecerlas. 

Pero esto no es nuevo, hay planetas que al estar muy próximos a la estrella en torno a la cual orbitan tienen temperaturas infernales. Así, por ejemplo, nuestros queridos Mercurio y Venus. Lo extraño de este exoplaneta es que está constituido por, atención, hielo. Sí, sí, hielo. Agua congelada, eso que utilizamos en forma de cubitos para refrescar las bebidas en verano.

Bueno es hielo, pero no hielo I, sino hielo VII, que es lo mismo, pero muy distinto. Parece que cuando se somete a una presión altísima, de varios cientos de miles de atmósferas, o sea, una presión que ni Superman aguantaría, el hielo se compacta en algo así con una sustancia cristalina muy caliente, tanto que nos podemos quemar. De ahí que a este planeta de oscuro y burocrático nombre se le conozca como el Planeta del Hielo Ardiente

Aunque Quevedo no lo sabía, el planeta donde reside la pasión amorosa, la tierra del hielo abrasador —o el fuego helado, como prefiráis—, sí existe. Lejos, bastante lejos, la verdad, pero ahí está.

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