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viernes, 21 de mayo de 2021

SOBRE LA CANCIÓN DE MUJER Y ALGO MÁS

Escribe Francisco Rico —o quizás Rosa Lentini— que unas veces tomadas, más o menos fielmente, de las coplas que de hecho se oían entre las gentes de la calle, y otras recreadas por juglares o trovadores tan diestros como Raimbaut de Vaqueiras o Martín Codax, las canciones de mujer, con su limpidez dramática o traviesa y con su capacidad de plasmar los sentimientos con tanta intensidad como economía, dibujan una de las vetas más hermosas de la poesía medieval (Mil años de poesía europea, p 1).



El bosque está todo en fronda.

¿Dónde mi amor se demora?

A caballo se fue ya.

Ay, ¿ahora quién me amará?




*

He amado y amaré.

Cada día de mi vida,

tanto más feliz seré.

¡Qué gentil mi amigo es!

He amado y amaré.

Él me ama, yo bien lo sé:

hace bien, pues soy su amiga,

y mi ley le guardaré.
 

***

[La propia editorial ha colocado un pdf con las primeras páginas de la antología. Podéis leerlas aquí]

***

En la antigüedad, el hombre empezó a cantar, es decir, a descubrir que en las palabras había música. Y cantaba para ensalzar a sus dioses, para recordar hazañas de sus héroes y así conservarlos para el futuro. Además, poco a poco, el canto le servía para explicarse los grandes misterios del amor y la muerte. Hasta esas épocas relativamente recientes, casi hasta la edad moderna, el arte de la palabra —tanto si servía para contar historias o para expresar sentimientos, como para imitar dramáticamente las acciones humanas— era siempre el verso, entre el rito y el juego. Ahora estamos acostumbrados a diferenciar un poema de una narración. Antes todo era en verso, todo era poema, y eso dependía de un elemento primordial: la música (Feliu Formosa. Calidoscopio, p 231).

***

Las canciones de mujer, denominadas así por el protagonismo de la mujer, que expresa el sentimiento amoroso de forma directa, espontánea e intensa, tuvieron un lugar relevante en la primitiva lírica popular de las lenguas europeas. Surgen
en fechas muy tempranas (entre los siglos XI y XIII) a partir de un sustrato folclórico común. Suelen ser anónimas y de transmisión oral. Iban unidas especialmente al canto y a la danza. Posteriormente, cuando los autores cultos empezaron a apreciar la belleza de estas composiciones de temática amorosa y voz femenina, fueron recogidas por escrito, gracias a lo cual se han conservado. Con frecuencia, estos autores utilizaron dichas composiciones como molde para la creación de su propios poemas, de manera que, en ocasiones, es imposible saber si los textos conservados son creaciones populares auténticas o reelaboraciones de poetas cultos
(Josefina, en el blog

El hacedor de sueños
).

***
Poesía anónima, poesía popular, poesía tradicional.
Goliardos, trovadores, juglares. Jarchaspoesía galaico-portuguesa, poesía en catalán, poesía del cancionero. Como no vamos a entrar en discusiones académicas, ni tampoco se trata de realizar un ejercicio de erudición, sino de disfrutar de aquellos textos antiguos que han impregnado la memoria colectiva, se admiten hasta las composiciones de lo que ha quedado acuñado en los manuales de historia de la literatura como romancero viejo. Podéis leer una amplia muestra en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.


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