Editorial |
Letra torcida, letra torcida
Traductor: Javier Lucini
La editorial Dirty Works sigue incansable en su labor de acercarnos lo mejor de la literatura sureña estadounidense. Entendiendo el sur no solo como concepto geográfico (el que va de los pantanos de Luisiana a los montes Apalaches), sino como concepto mental. Ese Sur de predicadores y white trash, de violencia racial y pobreza, de pueblos de mala muerte y tradiciones orgullosas que constituyen un material literario de alto voltaje.
Tom Franklin es otro ejemplo de autor tardío (el otro que me viene a la cabeza es Donald Ray Pollock). Criado en un pueblecito de Alabama, curtido en trabajos industriales mientras asistía a clases de escritura creativa. Y ese bagaje se ve en su obra, tanto en esta novela como en los relatos publicados por la misma editorial. Su escritura exuda realismo: ese pueblo organizado alrededor del negocio maderero del cacique local, los diálogos de los personajes (secos, directos, no esperen grandes discursos a lo Aaron Sorkin), las descripciones de los paisajes...
El detonante de la historia es la desaparición de una joven, que removerá el pasado de los dos protagonistas principales: el sospechoso, un mecánico que llevas años sufriendo el ostracismo social de sus vecinos (ya saben, pueblo pequeño, infierno grande) y una antigua estrella local de béisbol metida a policía. Dos hombres, uno blanco y el otro negro, que enterraron su antigua amistad bajo una montaña de mentiras y malentendidos. No es esta una clásica novela policial del estilo whodunit. De hecho, la resolución del caso no pretende sorprender. Pero la ambientación, el paisaje y el paisanaje que recorren sus páginas, es soberbia y sumado al pulso narrativo firme del autor hace de esta novela uno de los mejores libros que he leído últimamente.
Aritz, FNAC Donostia
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