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lunes, 14 de diciembre de 2020

ARARAT, LOUISE GLÜCK

Editorial

 MONTE ARARAT


Nada es tan triste como la tumba de mi hermana

salvo la tumba de mi prima, junto a ella.

No soporto venir con mi madre y mi tía,

mirarlas,

pero cuanto más trato de evitar

su sufrimiento, más se me aparece

el destino de nuestra familia:

cada rama ha de dar una hija en la tierra.


Mi generación pospuso el matrimonio, los hijos.

y cuando los tuvimos, cada una tuvo el suyo;

hijos casi todos, no hijas.


Nunca hablamos de ello.

Pero es siempre un alivio enterrar a un adulto,

alguien lejano, como mi padre.

Una señal de que la deuda, tal vez, está saldada.


Lo cierto es que nadie lo cree.

Como la tierra misma, cada piedra aquí

pertenece al dios de los judíos

que no vacila en arrancar

a un hijo de una madre.

(Traducción de Abraham Gragera)


Amor y muerte. Eros y Tánatos. Impulso vital e impulso destructivo. El texto como proceso, autoconciencia y herramienta para sanar (Julia Kristeva al fondo —Sol negro. Depresión y melancolía).

Ararat es el nombre del monte en el que paró la barca de Noé tras el diluvio (Génesis, 8,4); pero también es nombre de mujer cuyo significado es "tierra santa". Bueno, en realidad, es el nombre del cementerio judío donde reposan los restos de los familiares la poeta. 

Este poemario de fácil lectura, pero de contenido no tan fácil, nos habla de la muerte. El fallecimiento del padre precipita un recorrido por fallecimientos anteriores en la misma familia. La herida de la muerte, la herida del amor. Se abre con un primer verso que dice: Hace mucho tiempo, fui herida. Y la herida dura hasta el último poema que comienza, precisamente, con ese mismo verso.

Glück no ofrece un lenguaje demasiado afectivo. Antes bien, cuantos recursos pueda ofrecer el lenguaje para envolver lo que nos cuenta son rechazados. Predomina el análisis frío, distante, objetivo y hasta meticuloso. Hay voluntad de dominio. Confesionalidad metódica y estricta.

Inmensa lección de la poeta: si queremos escribir poemas de amor, debemos empezar por bucear detrás de nuestros afectos. Relaciones personales, historias familiares, costumbres sociales, todo ello construye nuestra mirada. Ararat nos lleva hasta el fondo; es un texto fundacional más que terapéutico. 

PRIMER REUCUERDO

Hace mucho tiempo, fui herida. Viví
para vengarme 
de mi padre, no 
por lo que él fue
sino por lo que fue de mí: desde el principio,
desde niña, creí
que el dolor quería decir
que no me amaba.
Que amaba, quería decir.


Ya os lo decía: la herida de la muerte, la herida del amor.

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