Fuente; Instituto de Salud Global |
He perdido la esperanza. Estoy desolado.
Yo creía que con tu llegada nos íbamos a hacer más lectores, más atentos, más responsables. No sé, como cuando de pequeño me pillaba unas anginas y estaba diez días en la cama entre inyección va y fiebre viene, y entonces hablaba más bajito, y molestaba menos, y leía mucho más. Bueno, tebeos, que tampoco voy a mentir.
Pero no. Has llegado, has recluido a la mitad de la población mundial en sus casas y ¿para qué? ¿Para que aprovechemos el tiempo extra que nos das leyendo lo que no habíamos tenido tiempo de leer? ¿Para poner en marcha aquella idea tan buena que nunca habíamos comenzado a desarrollar? ¿Para acordarnos más de la familia y hablar más con ella? ¿Para sacar a relucir nuestra creatividad tanto tiempo relegada? ¿Para qué?
No, querido, no has hecho nada de eso. Además de cargarte muchas decenas de miles de personas, lo que está muy mal, se mire como se mire, has empujado a una enorme masa de gente a realizar más ruido que nunca. Un ruido enorme, gigantesco, insoportable. Y es que en lugar de impulsar a la gente a la cultura y a la reflexión, la has llevado a una hiperactividad ruidosa y digital.
Desde que estás con nosotros, no dejo de recibir chistes de dudosa gracia, consejos que ni he pedido ni tienen nada que ver con mi vida, vídeos sensibleros y de mal gusto, vídeos alentando a la revolución y también de mal gusto, vídeos falsos, vídeos infectos y nauseabundos, noticias que nunca se han producido, mentiras de todos los colores y hasta ruidos que vienen de los balcones vecinos porque su equipo juega o porque no juega o porque algún día va a jugar.
En fin, que no te aguanto más. No te soporto. Quiero que te vayas de una vez. Antes de que tú llegaras, parece mentira, el ruido invadía menos mi espacio vital y no tenía que emplear tanto tiempo vaciando las conversaciones de mi guasap—¿por qué las llamaremos así si no se produce ninguna comunicación?—.
Querido coronavirus, piérdete de una maldita vez.
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PS (para personas): Si por casualidad lees esto y eres alguna de las que tienen mi número de teléfono, no insistas enviándome cosas que ni he pedido ni sabes si me interesan o no. Respeta mi silencio. Gracias.
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Y no te olvides de mandar mensajes de ánimo a los enfermos que se mantienen aislados en los hospitales.
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