Editorial |
Las nubes se dispersan
sobre el campo de arándanos.
Las montañas
entre el aire y la tierra
se cubren con el trébol
y con la lana blanca de la acacia.
He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes.
Dichoso el que, sentado
bajo los grandes árboles
que iluminan de verde las mañanas del mundo,
no renuncia al regalo de lo inmenso.
El lunes busqué el libro. Basilio Sánchez ganó el Premio Loewe 2018 con este poemario que salió a la luz el año pasado. Todo él es afable, humilde, esencial, austeramente sensual y sensualmente austero. Entrar en sus palabras es como permanecer acurrucado en la naturaleza más acogedora. Un bálsamo para el espíritu.
Él es médico. Sabe del dolor y de la enfermedad. Acaso por eso su poemario sea todo él un reconfortante consuelo.
Uno escribe un poema
para que otro descubra que estás vivo.
La poesía le ha movido la piedra de la entrada
a la gruta de las resurrecciones.
La poesía ha corregido
la inclinación del eje de la tierra
y ha arrojado la manzana de Newton
sobre la fuente de los pájaros.
Buscando información complementaria, me encontré con esto:
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