Otro poema de Descender hacia la luz.
Lo publiqué por primera vez en este blog el 6 de febrero de 2014, como parte de una colección que se titulaba La belleza en sí. La fotografía que lo inspiró recoge un bosquete de chopos en invierno junto al río Nela, en Puentedey.
En ocasiones
parece que la vida se cierra
sobre sí misma
y no se deja querer.
Da la impresión
de que una barrera
impenetrable de obstáculos
nos deja al otro lado
de la inaprensible belleza.
En esos momentos
podemos creer que nos han abandonado
lejos del camino,
que las palabras son demasiado extrañas
y la tarea excesiva para nuestras fuerzas.
Sin embargo,
somos la misma hoja que pende del árbol,
el viento que la cimbra,
la tierra que la hace crecer,
la luz que la alimenta.
¿Cómo vamos a quedarnos fuera?
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