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lunes, 30 de diciembre de 2019

D. H. LAWRENCE, En un tranvía español y otros poemas

Editorial
Los poemas de Lawrence —dice Esteban Pujals en La poesía inglesa del siglo XXson la línea recta que nos lleva a su filosofía de la vida a la vez que constituyen una síntesis de las actitudes y contenidos vitales de sus novelas. Son revelaciones audaces y expresivas de sus sentimientos o rotundas contestaciones acerca de lo que le suscita el ambiente externo. Su arte es directo y sensual, dramático e impresionista, a veces irónico, y deja bien sentada su idea de que la naturaleza física y las emociones del hombre deben predominar sobre la razón. 

Lawrence (1885-1930) es mucho más conocido por su obra narrativa (Hijos y amantes, Mujeres enamoradas, El amante de Lady Chatterley...) que por su obra poética, más aún por aquí donde las pocas veces que su poesía ha sido publicada, ha pasado prácticamente desapercibida. Sea como sea, no es nada despreciable la auténtica originalidad de este poeta que vivió poco pero intensamente, y que estaba convencido de que los impulsos del cuerpo eran más certeros y sabios que los dictados de la razón. 

TODO LO QUE EL HOMBRE HACE

Todo lo que el hombre hace con intención de que viva
vive por la vida que él le ha dado.
Una yarda de muselina india está llena de vida hindú.
Y una mujer navajo que teje su alfombra con el dibujo de su sueño
debe acabar el diseño con un punto abierto al final
para que así su alma quede libre y pueda volver a ella.

Pero en las extraña figuras, como huelas de serpiente en la arena, 
deja el alma en su camino.



EL BARCO DE LA MUERTE

¿Has construido ya tu barco de la muerte? ¿lo has hecho?
Oh, construye tu barco de la muerte, pues lo necesitarás.

Ahora en el crepúsculo, siéntate junto al invisible mar
de la paz, y construye tu pequeño barco 
de la muerte, que llevará el alma
a su último viaje —más allá, más allá—, tan calmada,
tan hermosa, hasta el último confín de los mares.

Cuando llegue el día, que llegará.
¡Oh, piensa en ello en la hora del crepúsculo, serenamente!
El último día, y la partida
al viaje más largo, por el mar oculto
hasta el último prodigio del olvido.

¡El olvido, el último prodigio!
Cuando nos hemos entregado por completo
a lo desconocido, y somos transportados
desde nuestro pequeño barco
hasta el puro olvido.

Oh, construye tu barco de la muerte, empieza a construirlo ahora
con pensamientos tenues y serenos y manos tranquilas
que ensamblen las cuadernas a las caídas del crepúsculo,

y aparejen el mástil con la silenciosa e invisible vela
que se despegará a la hora de la muerte con la brisa
de la ternura del cosmos, suave viento que llevará
al pequeño barco con su alma al destino prodigioso.

Ah, si quieres vivir en paz sobre la faz de la tierra
construye entonces tu barco de la muerte, en preparación
del viaje más largo, hasta el último confín de los mares.

                     Traducción José Mª Moreno Carrascal.


***

Antes de haber leído ninguna línea del escritor inglés, hace ya muchos años, vi la película de Ken Russell, Mujeres enamoradas. En mi opinión, recoge bien la forma de pensar del escritor y sus preocupaciones tanto éticas como estéticas. Con ella Glenda Jackson ganó el Óscar a la mejor actriz. Memorable era la escena de la lucha-danza-relación erótica-entendimiento de almas gemelas entre los protagonistas masculinos al amparo del fuego (minuto 54:30).

1 comentario:

  1. Leí a Lawrence por casualidad cuando era muy joven. Su novela "Hijos y amantes" me pareció sombría y hermosa entonces. Despertó mi interés en el autor. Su vida fue, como escribiera Huxley "conmovedoramente hermosa, aunque triste ". D.H. tenía una actitud intransigente hacía la vida, no permitió nunca la contaminación de una filosofía racional o concreta. Su visión era una suerte de misticismo vital. Un misticismo que no tenía cabida ni en su país ni en su tiempo, por eso el exilio. Estos poemas estan en perfecta consonancia con el resto de su obra escrita.

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