El trabajo fotográfico de Vivian Maier (1926-2009) creo que, en general, se nos hace muy agradable de ver a quienes tenemos ya cierta edad. Ese relato de la vida cotidiana que acontece en las calles de la ciudad, el ejercicio clásico del encuadre, el voyerismo practicado por la fotógrafa que roba formas de estar, expresiones, gestos y actitudes para ofrecérnoslas en un impecable blanco y negro clásico; todo eso, a quienes aprendimos a mirar con el cine de los años 60, nos resulta profundamente próximo y agradable. Recorrer la exposición es, en algún sentido, darnos un baño visual de infancia. Por cierto, la infancia está muy presente.
Quien acuda a la exposición encontrará, además del folleto de siempre que se despliega en un póster de 50x50, un ilustrado e ilustrador cuaderno de 18 páginas, redactado por la comisaria de la exposición, Anne Morin que, entre otras muchas cosas, cuenta qué es lo que ocurrió en 2007, cuando Maier había superado los 80 años y, por razones que se desconocen, ya había dejado de pagar el guardamuebles donde se encontraban recogidas sus pertenencias. Está disponible en cuatro idiomas.
La exposición, organizada en torno a seis temas, se encuentra en la Sala Artegunea, en la planta baja del edificio de Tabakalera, y va acompañada por un programa de actividades paralelo que puede consultarse en este enlace. De él quiero destacar la mesa redonda del 10 de octubre en la que participarán Anne Morin y la escritora y traductora Berta Vias Mahou, autora del libro Una vida prestada.
Hasta el 20 de octubre.
Quienes no podáis pasar por la exposición, porque vivís lejos o por la razón que sea, podéis ver una parte muy importante de su trabajo en la documentadísima página dedicada a esta importante fotógrafa del siglo XX.
Quienes no podáis pasar por la exposición, porque vivís lejos o por la razón que sea, podéis ver una parte muy importante de su trabajo en la documentadísima página dedicada a esta importante fotógrafa del siglo XX.
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