Páginas

viernes, 12 de julio de 2019

QUE LOS GUSTOS SEAN PERSONALES NADA TIENE QUE VER CON EL RELATIVISMO

Hace algún tiempo, en una conversación informal en la calle, para enfatizar lo que otra persona estaba señalando en torno a la diversidad de gustos solté los versos de Campoamor nada hay verdad ni mentira: / todo es según el color / del cristal con que se mira. Otra persona del grupo, en un ataque de objetivismo y verdades eternas, me sentenció: Que te crees tú eso. No hice caso al exabrupto, pero me sorprendió tanta adhesión inquebrantable a lo absoluto, o tal vez a la ignorancia, de quien dicen, por cierto, que es mala consejera.

Cuenta Herodoto en su Historia (III, 38) que cuando Darío era rey de Persia, hizo llamar a los griegos que había en su corte y les preguntó a cambio de qué estarían dispuestos a comer los cadáveres de sus padres. Los griegos contestaron que no lo harían por nada del mundo. Más tarde, en presencia de los griegos, y a través de un intérprete para que pudieran entender lo que se decía, Darío preguntó a unos indios de la tribu de los calatias, que de hecho se habían comido los cadáveres de sus padres, a cambio de qué estarían dispuestos a quemar los cadáveres [como era costumbre entre los griegos]. Prorrumpieron en un grito de horror y le prohibieron hablar de algo tan espantoso.

En el primer caso hablábamos de gustos; en el caso de los griegos y los calatias, de costumbres y creencias. Es decir, es necesario saber de qué estamos hablando cuando hablamos de relativismo. No es lo mismo decir "para gustos, los colores"; afirmar con Protágoras que "el hombre es la medida de todas las cosas"; poner en duda la famosa ecuación de Einstein, E=mc2, y afirmar que la velocidad de la luz es relativa; o, por terminar, cuestionar la Declaración de DDHH con el argumento de que cada cultura y cada Estado tiene sus propias formas y costumbres para organizarses.

Sobre gustos, incluidos los estéticos, cada cual tiene los suyos y ninguno es más loable que otro, aunque todos ellos sean argumentables y podamos señalar ventajas e inconvenientes de participar de unos o de otros. En este caso, ni tan siquiera estamos hablando de relativismo. Tampoco estamos hablando de calidad, que esta sí tiene unos parámetros técnicos sobre los que establecer el discurso que la justifique, aunque moldeables y cambiantes. La expresión artística es el reino del punto de vista.

La pretensión de Protágoras entra de lleno en el relativismo epistemológico y fue un elemento clave del pensamiento sofistaSócrates se ocupó de combatirlo y no le fue difícil demostrar lo absurdo de esa convicción. Curiosamente, el relativismo global del "esto para mí es verdadero" o del "todo es relativo" tiene tan poco que ofrecer que su popularidad es verdaderamente asombrosa, acaso porque se confunda con las inclinaciones y los gustos personales.

La cuestión de la velocidad de la luz atañe al conocimiento científico y aquí no tiene cabida relativismo de ningún tipo, puesto que este conocimiento surge de medidas y comprobaciones que crean modelos altamente predictivos con los que organizar y construir nuevos conocimientos (método científico). O dicho con palabras de Wittgenstein: La experiencia no es el terreno para nuestro juego de juzgar (Sobre la certeza, 131). Las ciencias naturales pueden nadar en la indeterminación, pero no tienen espacio para el relativismo.

En cuanto al asunto de los DDHH (que no son eternos ni inmutables), su defensa me parece inexcusable —por lo tanto, no soy relativista— y uno de los pocos elementos fundamentales que debemos considerar para que sea posible seguir debatiendo y avanzando en la construcción de una sociedad que aspire a ver instaurados valores universales como la justicia, la igualdad, la tolerancia o la libertad, independientemente de la corriente ética a la que cada uno se adscriba.

Así, pues, no, no soy relativista ético, ni relativista cultural, ni relativista epistemológico, ni relativista científico..., aunque piense que la mejor manera de construir verdad y comunidad sea operar dialógicamente, es decir, por consensos racionales, tal y como en su momento llegamos a consensuar la Declaración de DDHH, lo mismo que nos vamos dotando de ciertas reglas y herramientas para garantizar la convivencia. Pero nada tiene esto que ver con que a mí me guste el color rojo y a ti te guste el verde.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.