Tengo la impresión de que cada vez que se comunica el descubrimiento de nuevos exoplanetas —y ya son varios miles—, al mismo tiempo se deja entrever la remotísima posibilidad de darnos una vueltecita e ir colocando nuestros bártulos en él.
Que esté a la vuelta de la esquina... cósmica, no quiere decir que dispongamos de la tecnología para poder ni tan siquiera pensar en acercarnos. Que esté situado en la zona de habitabilidad, tampoco significa que sea habitable —Mercurio y Marte lo están y no son precisamente acogedores—.
Entiendo que dejemos volar la fantasía porque el tema es muy atractivo, pero crear falsas expectativas no parece lo más adecuado para que intentemos resolver los problemas más inmediatos que tenemos en el que de momento y seguramente por mucho, muchísimo tiempo, va a ser el único planeta en el que podamos vivir.
Irene Álvarez y Javier Coronado-Blázquez explican de forma sencilla cuáles son los métodos que se utilizan para descubrir exoplanetas y de paso nos recuerdan que no existe un plan posible para cambiar de casa. A no ser que el plan sea arreglar la que tenemos.
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