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jueves, 4 de abril de 2019

PAVANA PARA UNA INFANTA DIFUNTA

Escucho Venga la vida, ese programa encantador y encantado que Lara López elabora con sus mejores artes mágicas. Sucumbo al hechizo del primer poema. 




Quiero saber del autor, José María Jurado García-Posada. La búsqueda me lleva hasta sus blogs: La Columna toscana y El lector de almanaques. En el primero de ellos encuentro el poema y el libro al que pertenece, Gusanos de seda.



Y una decepción: en ninguna biblioteca de la Red de Bibliotecas de Euskadi lo tienen. Tampoco tienen ninguno de los otros títulos que ha publicado:


PAVANA PARA UN INFANTA DIFUNTA


¿Hace frío en Viena, Margarita?
¿Te persiguen aún las sombras de la corte?

Aquí, en la lóbrega cripta de la Kapuzinerkirche,
pudridero del Sacro Imperio Romano Germánico,
he visto tu ataúd de bronce tenebroso.

¿Dónde están los caballos españoles, las águilas del Hofburg?
¿La mazurca que anuncia bajo el techo dorado
el baile de las máscaras en la rueda del tiempo?


Todo es sombra y ceniza.


Pero tú, Margarita, con tu traje de raso,
con tu gracia menuda, tu mirada azorada
y la breve pisada sobre azules y rosas,
marfiles, plateados, carmesíes y gualdas
-oro pálido nimba
su carita curiosa y asustada-,


tú, que no has nacido de la espuma de un dios,
danza silenciosa e inmóvil la pavana.


En este vertedero de sangres y de siglos,
¡qué espléndida reluce la gran Degolladora!
Ella nunca descansa.


Pero a ti, Margarita,
Velázquez te ha salvado de la Muerte.




Los acuerdos matrimoniales de la época dieron en casar a la infanta Margarita con Leopoldo I de Habsburgo. Murió en Viena cuando solo tenía 21 años, como consecuencia del parto de su cuarta hija. Sus restos reposan en la Cripta de los Capuchinos de aquella ciudad. 

La famosa Pavana para una infanta difunta de Ravel no parece que tenga ninguna relación con esta Margarita.

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