Mañana, jueves, dentro del ciclo Lo desconocido, de la Filmoteca Vasca, se proyecta la película de Spielberg, A.I. Inteligencia Artificial. Para realizar la presentación y contestar a cuantas cuestiones surjan en el diálogo posterior estará presente Humberto Bustince, profesor de la Universidad Pública de Navarra y un auténtico experto en la materia.
Esta parte, la del diálogo, es la que más me interesa del ciclo, y la que más agradezco a la organización, pero me temo que en esta ocasión no vaya a poder disfrutar de él, aunque, curiosamente, es uno de los que más me atrae, y donde veo a los expertos un poco desorientados. O quizás debería escribir "demasiado orientados"; es decir, excesivamente ocupados con el árbol que les impide ver el bosque.
Dámaso Alonso, uno de los mejores críticos y estudiosos de la literatura que ha dado este país, comentó alguna vez lo poco que le atraían los "críticos cuentahilos", esos profesores y comentaristas que se ocupaban de señalar cuanto elemento técnico y recurso estilístico utilizaba un poema, pero incapaces de percibir la belleza y el significado del mismo.
Algo así es lo que estaba percibiendo en el campo de la inteligencia artificial. Mucha preocupación e interés por los aspectos técnicos, cuantitativos y particulares, pero muy poca por las posibles consecuencias generales. Así era hasta que escuché hace un par de días al neurobiólogo Rafael Yuste, principal impulsor del programa BRIAN y preclaro defensor de que las revoluciones tecnológicas que la sociedad emprenda sean en beneficio de la humanidad. 20 minutos de auténtico humanismo científico.
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