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martes, 18 de diciembre de 2018

EL POETA POBRE

Fuente: Wikipedia
Carl Spitzweg (1808-1885) no es uno de los grandes maestros de la pintura alemana y El poeta pobre (1839) es uno de los primeros trabajos del principiante que había dejado la farmacia y por fin podía dedicarse a lo que realmente le gustaba: la pintura. A pesar de eso, según dice el artículo de Wikipedia en alemán, es la obra pictórica más popular en su país después de La Gioconda. Sin duda, es un lienzo tremendamente atractivo que, además, posee un rico anecdotario.

Primero, el atractivo. Simplificando mucho, yo diría que su fuerza radica en la limpieza del dibujo, el encuadre de la escena, la claridad del color, lo inmediato del significado y el punto de vista humorístico y amable que Spitzweg ha sabido conjugar en una misma imagen. Todo eso actúa para que podamos apreciar de forma inmediata lo que el artista nos sugiere y, además, nos pongamos de parte del poeta que escribe tapado en la cama como forma de afrontar el duro invierno. La imagen del artista pobre es larga y rica en historias dentro de la tradición europea.

Ahora, el anecdotario. Sin duda, el acontecimiento que más tinta ha hecho correr ha sido el doble robo padecido, primero en 1976 y, más tarde, en 1989. Desde entonces solo queda una versión visitable, la que hay en la Neue Pinakothek de Múnich. La tercera versión que realizó el autor se encuentra en manos privadas. Rose-Marie y Rainer Hagen cuentan el rocambolesco robo de esta manera:

Un joven empujando una silla de ruedas entra en el palacio de Charlottenburg. En la sala donde se exponen los cuadros de Carl Spitzweg, el supuesto discapacitado y su cómplice sacan las herramientas que traían escondidas y cortan los cordones que sujetan dos de los cuadros. El timbre de la alarma resuena en el edificio, los vigilantes intentan cortar el camino a los intrusos pero estos logran escapar en la confusión del tráfico (Los secretos de las obras de arte).

Más. Ya he dicho que Spitzweg no iba para artista. La imposición paterna le obligó a realizar estudios de farmacia, que, dicho sea de paso, terminó de manera brillante. Pero una vez muerto su padre (1828) y después de una estancia tomando las aguas en Peissenberg, donde se reponía de una enfermedad, decidió que lo suyo sería la pintura (1833), a la que se dedicó con entusiasmo de forma autodidacta. 

Y termino. La idea del artista pobre no es suya ni es exclusiva de la pintura. Hogart (El poeta en la miseriay Turner ya la expusieron, pero serán la autobiografía del escritor francés Murger, Escenas de la vida bohemia, y la ópera homónima de Puccini, inspirada en ella, las que darán al tópico un alcance universal hasta casi convertirlo en una verdad incuestionable durante la segunda mitad del siglo XIX y la primera mitad del XX. 

Y todo esto lo vemos aquí, pero con un tratamiento que, de alguna manera, evita el lado más dramático. El paraguas colgado del techo, la expresión concentrada del poeta, los dedos con los que se ayuda para ¿contar sílabas, aplastar una pulga?, el gorro de dormir con que se cubre, la corbata anudada como si fuera a salir, su propia obra con la que alimentará el fuego, el contraste entre los altos vuelos poéticos que sugieren los libros con que se acompaña y la miseria de la buhardilla en la que yace..., todo contribuye a sugerirnos una historia un tanto disparatada pero entrañable. 

No podemos dejar de simpatizar con el pobre poeta.

2 comentarios:

  1. Información muy interesante. Hace poco conocí la obra y la asocié con la de otros artistas que informan con el escenario. Me gusta mucho y GRACIAS por compartir la info traducida del alemán.

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