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jueves, 15 de noviembre de 2018

SOBRE LÁPIDAS, ANÉCDOTAS Y BULOS QUE NO ACABAN

Cementerio de Polloe, San Sebastián. C/ Santa Catalina, 334.
Si tuviera que elegir, que no es el caso, prefiero los cementerios protestantes a los católicos. Tienen un aire de parque que permite disfrutar de espacios verdes y tranquilos a toda la ciudadanía viva del lugar, no producen sensación de amontonamiento y carecen de imágenes truculentas propias de películas de miedo. Pero como no puedo elegir y Polloe se interpone entre mi domicilio y un parque que suelo transitar con cierta frecuencia, a veces lo atravieso para ganar tiempo y alguna que otra vez me entretengo mirando aquí y allá, a ver si encuentro algún epitafio curioso.



Sí, habéis leído bien, es el lugar donde están recogidos los huesos de la familia Mihura, padre, madre, hijos y Carmen Turón. La cuestión es por qué están enterrados aquí y no en Madrid, por ejemplo, donde nació y murió el más ilustre de todos ellos, Miguel Mihura, o en Cádiz, de donde era el padre. La razón es sencilla y producto del azar, azar vestido de mala suerte en este caso.

Miguel Mihura padre (1877-1925) era hombre de la farándula y en 1925 estaba en la capital donostiarra porque su compañía actuaba en el Teatro Victoria Eugenia. El 11 de julio, como no se presentó al ensayo, acudieron en su busca al lugar donde se hospedaba y descubrieron con horror que ya no iba a volver a ensayar nunca más. Según dicen, la muerte le había pillado escribiendo.

Una vez abierto (pagado) el agujero, la familia siguió incorporando miembros al recinto. Y supongo que fueron razones de tipo práctico las que se impusieron para que el renovador del teatro cómico contemporáneo se encuentre aquí, pues, según parece, había manifestado en más de una ocasión su deseo de ser enterrado en Hondarribia, ciudad que le gustaba especialmente.

Por cierto, tal y como se puede leer, NO hay ninguna inscripción que diga "Ya decía yo que ese médico no valía mucho", como se afirma en varios mentideros de internet. Parece que tenemos necesidad de que los humoristas dejen inscripciones graciosas en sus lápidas, y cuando no es así, las inventamos.

Y ya puestos, TAMPOCO es cierto lo de "perdonen que no me levante" atribuido al bueno de Groucho. Comprobadlo —a partir del minuto 4'—.


2 comentarios:

  1. Me parece muy interesante y con cierto encanto, aunque los cementerios no son mi lugar favorito como para ir casual, jaja, me encantan en día de muertos por las decoraciones de las tumbas, pero fuera de ello, creo que no y es cierto que ver las lapidas y leer las inscripciones es algo muy interesante y también me gusta ver las esculturas con que se adornan. Gracias por compartir. Besos!

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    1. Gracias por pasar por aquí y dejar tu comentario.

      Más besos.

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