Y aquí surge el postismo, ese hijo casi desconocido y juguetón de Carlos Edmundo de Ory, Silvano Sernesi y Eduardo Chicharro. Pero los años 40 en España no eran años para el juego creador ni la fabricación de versos. En realidad no eran años para casi nada, pero ese es otro tema.
El libro, publicado diez años después de la muerte del poeta, recoge prácticamente la totalidad de su obra poética (La plurilingüe lengua, Tetralogía, Cartas de noche, Música celestial y otros mucho poemas no incluidos en título alguno, además de diverso materiales en prosa, como por ejemplo los manifiestos postistas).
Y vamos ya con la más famosa de las cartas de noche, la que dirigió al amigo de Ory:
CARTA DE NOCHE A CARLOS
Carlos yo te escribo trece
trenes
trinos trece te estremece
y te envío mecedoras
a tu casa.
Que tu casa es una cosa
que no pasa.
En el filo sutilísimo te
escribo
del estribo.
Puesto el pie en el mismo
digo
como sigo por el hilo de
tu higo
en el higo sutilísimo que
sigo.
De mi casa a la tu casa
sigo sigo
enviando mecedoras
rutilantes.
Por la noche duermo,
sueño, como, orino,
sueño papa manos pone
tuyos hombros
cara tiene nívea cera
transparente
gesto ambiguo de sus
labios mucho temo
pasan cabras por sus ojos,
dame leche
y en un coche pon la
estrecha remolacha
por los siglos de los
siglos que me orino.
Pasan ciervos por mis ojos
luchan truchas en mi lecho
por debajo pasa el grajo,
por la orilla la abubilla.
Que mis huesos son de
corcho sueño a veces
y las heces que vomito son
como oro.
Un gigante se aparece cada
noche
y me dice cada cosa cada
cosa,
cada cosa que no entiendo
va y me dice.
No me llama por mi nombre
el gigante ese
ni me tira de la oreja.
Te pregunto Carlos ahora
por qué escribo
y te envío mecedoras.
Si te cuento lo que sueño
no entristezco
a ningún amigo bueno que
me escucha
por lo menos así pienso
entumecido
ya a las puertas de esta
noche.
¿Qué me espera? ¿Quién se
agita en la penumbra
que los párpados me cierra
suavemente?
He aquí pues que vuelvo al
sueño como un guante
del conejo que hay delante
de mi fuente.
Guardo un trozo de casulla
del gigante
pongo botas quito mantas
cuelgo abrigos
traigo trapos y amontono
las almohadas.
En un hoyo me cobijo, me
hago el muerto
y en espera de que el
sueño llegue aúllo.
Vuelve el viento, la
casulla, la osamenta,
el gigante, el calcetín y
la abubilla.
Mientras tanto, Carlos,
rápido te envío mecedoras.
¿Las entiendes? ¿Tú las
ves que te las mando?
Si entre tanto te lo
cuento estáte atento
al bicho ese que se sube
por las barbas
es un tanto alocadillo y
come mucho.
Al abrigo de la noria está
la liebre
el molino escupe hileras
de cipreses
el anciano da patadas al
pesebre
el obispo zurce el culo de
la avispa
y en el mango de la escoba
vive el piojo.
¿No ves Carlos por la
noche tú también,
un portero con al hombro
una escopeta?
¿Tiene una hija ese
portero tú también?,
con la mano me hace señas
y me enseña
una cosa mucilaginosa. ¿A
ti no?
¿He de decir que me canso,
que de cansar estoy vivo?
¿O he de decir que me
vivo, que de vivir estoy canso?
Let me I write you, my dear.
Digo que me digas que digo
a estas cuatro paredes mi
pena
mi congoja de hombre
destartalado.
¿Soy yo cura, ámbito
habito
o es el hábito del obispo
que hace al monje o no lo
hace?
Sigo enviándote mecedoras,
cuídalas, límpialas,
pómpalas,
góndolas, lámparas,
ordéñalas,
albérgalas en tu pecho
que el sultán viejo lo
dice:
si el refrán mata a la
rata
pon tu casa enjalbegada
que a decir viene lo mismo.
***
Los muy interesados podéis descargar y leer la tesis doctoral de Andreu Van Hooft Comajuncosas acudiendo a este enlace de la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.
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