El siglo XX tuvo a García Lorca y el siglo XXI va a tener a Mario García Obrero.
Elízabet Fernández Firmia
Fuente: pernatel.es |
La sorpresa más agradable de todas cuantas recibí a mi paso por Expoesía fue cuando Juan Carlos Mestre, en la presentación de su libro Museo de la clase obrera, nos advirtió—cito de memoria, pero creo que esas fueron las palabras exactas— "y aquí tenéis el nombre de un poeta que no debéis olvidar, si no queréis arrepentiros". Y a continuación soltó el nombre y nos indicó que la persona a quien correspondía estaba allí mismo, sentada entre nosotros, y señaló el lugar. Efectivamente, al lado de su madre, y a tres sillas de distancia, en la misma fila donde se sentaba Amancio Prada, estaba Mario García Obrero, quince años recién cumplidos y flamante ganador del XIV Premio Nacional de Poesía Joven Félix Grande.
Antes de que la admonición de J. C. Mestre nos sorprendiera a todos, ya me había fijado en él, porque desde que él había ocupado su asiento, minutos antes de que empezara la presentación, había sacado un cuadernito apaisado y un bolígrafo, y se había puesto a escribir. Supongo, ahora, que algún verso o alguna idea que no quería que se le escapara, y quedara perdida en el tumulto de la memoria. O, tal vez, algún dibujo, pues también practica la pintura. O quién sabe si ambas cosas.
No he podido encontrar el poemario, ni tan siquiera acudiendo al Catálogo de Publicaciones de la Universidad Popular José Hierro donde ha sido editado. Tendré que dominar la impaciencia. De todas formas, como internet es una gigantesca hemeroteca, aquí tenéis uno de los poemas y un vídeo en el que miembros del jurado —de Cuenca, Elguero y Mestre— leen algunos de sus versos.
He estado sobre los cristales de este mar
tras el inevitable indicio de las gaviotas
una bañera pregona destinos.
Escarabajo negro, amor
un grillo que afina las clavijas agrestes de la palmera
el mar calma la ferviente mirada de hombres y lobos
sobre toneladas de densidad sigue habiendo caracoles.
Era el aire un volcán
y el soneto de lluvia gorgorea en el Olimpo.
Aquellos tan arriba que ni les llueve
solo envían estatuillas de mujer sin mariposas
y la esquela de otoños que guarda el río.
No Nino, el mar es libre desde lo pequeño
follaje sin otoño alguno rompe
cuando empujas un atisbo más de gravedad
la razón de filósofos griegos y poetas románticos recostados sobre París.
El mar es libre de la manera en que un niño comprende astros y cosmos.
Fuente: ocultalit,com
Y la noticia del premio en algunos medios de comunicación: La Vanguardia, El Mundo, Radio 3, Cadena Ser y La Senda Radio, la radio escolar del propio instituto en el que estudia. Leed y oíd las que queráis, pero no os perdáis la última.
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