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viernes, 3 de agosto de 2018

LAS FASCINANTES HISTORIAS DE LOS LIBROS PERDIDOS

Ya he dicho otras veces que me encantan los libros que hablan de libros, que me resulta difícil resistirme a ellos. No sé si es el instinto cotilla con relación a la vida de la letra impresa —del que carezco, por cierto, para con los asuntos relativos a los seres humanos—, o si es la satisfacción que me produce encontrar libros de los que no sabía nada y, de repente, aparecen ante mí como una dulce y generosa sorpresa. Sea lo que sea lo que me empuja hacia ellos, lo cierto es que los leo con delectación y con glotonería.

De Historia de los libros perdidos tenía noticia hace algún tiempo gracias a ese libro admirable que es La literatura admirable —otro metalibro—. El segundo me lo encontré cuando estaba tecleando el título del primero en la biblioteca y me apareció en pantalla. Pensé que me fallaba la memoria y que no era historia sino biblioteca la palabra correcta para el título. Pero no. Ahí estaban los dos, la biblioteca y la historia. Fui a por ellos. Curiosamente, y aunque el tema es el mismo, estaban catalogados en espacios diferentes.

Sí, los dos hablan de libros "perdidos". Los dos son igualmente interesantes. Ambos, incluso, se ocupan, como es lógico, de las mismas anécdotas cuando coinciden en el mismo título. La gran diferencia es que Van Straten se ocupa solamente de ocho textos, mientras que el de Kelly abarca la nada despreciable cifra de 81. Para compensar, el italiano lo hace con mayor extensión, lo que le permite narrar con más detalle los entresijos de la historia que hay detrás de "la pérdida".

Con ambos he disfrutado, porque además de contener un cúmulo de historias fascinantes, es este uno de mis vicios confesables, como he dicho antes. Sin embargo, me ha sorprendido que en el relato de las coincidencias haya disparidades. Parece razonable pensar que cuando alguien acomete una investigación y pone sus resultados sobre el papel, estos son fiables. Una cosa es encontrar afirmaciones sin cotejar en internet y otra descubrir que la rocambolesca historia de un manuscrito tiene versiones que difieren entre dos publicaciones serias y bienintencionadas.

Pequeñas discrepancias al margen, cualquiera de los dos resulta apasionante para quien esté interesado en saber, por ejemplo, qué ocurrió con El Mesías de Schulz, por qué La Galatea nunca tuvo una segunda parte, cuál es la disparatada y surrealista historia de los manuscritos del más disparatado y visionario Joseph Smith Jr., qué nos es dado suponer acerca del Margites homérico, o cómo se libraron Jacopo y Pietro Alighieri de tener que redactar el tercer canto de la Comedia, El Paraíso.

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