No, no es un templo clásico griego. No es ningún edificio situado en Grecia ni en Italia ni en algún otro lugar de influencia grecolatina o helenística. Se trata de la Old Royal High School —algo así como un centro de enseñanza secundaria—, un edificio levantado en 1829 en estilo dórico neoclásico por el arquitecto Thomas Hamilton y que cumplió su función de escuela hasta 1968. Allí estudiaron, por ejemplo, Walter Scott o Alexander Graham Bell —podéis consultar una amplia lista de nombres en este enlace—. Está situado en ladera sur de Calton Hill, la colina que se conoce como la "Acrópolis de Edimburgo".
Y a eso es a lo que voy. Pasear por la colina de Calton es comprobar la admiración que la sociedad escocesa sentía por la cultura clásica y cómo lo dejó reflejado en un espacio que hoy es un canto arquitéctónico al buen hacer de la antigua sociedad griega, un remanso de paz donde descansar dejando que la vista disfrute y uno de los lugares más icónicos de la capital de Escocia, donde ver amanecer o anochecer con el cielo despejado es un placer para los sentidos.
Allí nos encontramos con el monumento al poeta Robert Burns, recordatorio de la Linterna de Lisícrates.
El National Monument, monumento erigido en recuerdo de los soldados y marinos escoceses que perdieron la vida en las batallas napoleónicas, y que a consecuencia de la falta de fondos quedó sin terminar en lo que quería ser un remedo del Partenón.
O el monumento al filósofo y matemático Dugald Stewart, otra linterna de Lisícrates, que ha terminado convirtiéndose en la imagen más característica de la capital escocesa y que todo turista que se precie quiere llevarse en su retina.
En cualquier caso, lo que quería resaltar es esa pasión que animó a la ilustración escocesa por el conocimiento en el siglo XVIII y que impregnó todo el XIX. A consecuencia de la misma se produjo una revaloración de los estudios clásicos y del racionalismo griego antiguo como símbolo del progreso intelectual. Y no solo en el ámbito escocés, buena parte la Europa central y nórdica se vio estimulada por el clasicismo, de tal manera que resulta sorprendente que se mantengan con mayor intensidad los estudios clásicos en un país como el Reino Unido y hayan desaparecido casi por completo en España, país mediterráneo y heredero de aquella cultura.
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