El mundo clásico. La epopeya de Grecia y Roma (2007) es un texto descatalogado por el momento, aunque todavía puede encontrarse en alguna librería. Tiene la virtud de estar escrito por un historiador que sabe narrar y que distingue perfectamente entre el dato académico y el que da sentido y comprensibilidad al texto. Esas dos virtudes hacen que se nos hagan cortas las 800 páginas del libro. Por extensión, podría tratarse perfectamente de un manual universitario, pero la expresión y la cortesía para con el lector hacen que esta obra sea digerible por alguien que no tenga conocimientos previos ni de historia ni de ninguna otra cosa.
Ahora bien, una cosa es lo verdaderamente atractivo que resulta el texto que nos ofrece el autor —vibrante, directo, fresco, lleno de admiración hacia la cultura de la procedemos y emotivo— y otra el hecho de que dé la impresión de que el mundo greco-latino era lo único posible. Sin duda, tanto Grecia como Roma alcanzaron unas cotas de desarrollo elevadísimas, pero centrarse solamente en ese aspecto nos escamotea una explicación creíble sobre su deterioro y posterior desaparición. Tal vez un poco más de atención a los pueblos que rodeaban las fronteras del imperio hubiese dado una visión más completa del cómo y el porqué de cuanto acontecía.
Sea como fuere, el texto cumple con creces la función práctica, es decir, la informativa o divulgativa, y tiene un encanto tan grande que me atrevería a decir que quien lo lea quedará prendido para siempre del atractivo de esa cultura de la que somos herederos y que explica buena parte de por qué Europa es como es en la actualidad.
Tumba del saltador o nadador, Paestum. Fuente: Wikipedia. |
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