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viernes, 8 de septiembre de 2017

ALBERTI, LA AMANTE Y VILLARCAYO

Rafael Alberti escribió La amante en un viaje por el norte de España en el que salió de Madrid y llegó hasta el Cantábrico. Superada la nostalgia del mar, de la infancia y de la casa familiar que dejó plasmada en Marinero en tierra, el poeta nos va dejando las impresiones que le producen los lugares y las gentes que visita por vez primera. Son poemas breves, de gran plasticidad, aire popular y elevado lirismo.

Este que aparece recogido aquí es el que dedicó al soto de Villarcayo y que el Ayuntamiento, gesto que le honra, ha dejado recogido en la placa del monolito.



En los tréboles del soto,

¡Dios, lo que yo me encontré!

¿Lo sabes?

               —¡Sí que lo sé!

—Pues dime lo que encontré

en los tréboles del soto.

—¡Dios, sí que te lo diré:

mi anillo, mi anillo, roto! 


                      La amante, 1925.



Algún día, espero que más pronto que tarde, me haré la ruta de La amante, como otros se hacen el Camino de Santiago, en busca de las huellas del libro y para imbuirme del ambiente del poemario. De paso comprobaré si los demás municipios han sido tan sensibles al libro de Alberti como lo ha sido Villarcayo. Admito compañía.

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