Me encuentro esta estupenda historia en el libro de Katrine Marçal, ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? El libro no solo es recomendable, sino una delicia, pero de él me ocuparé otro día. Ahora os dejo la historia que, según dice Marçal, es una fábula que suele contar a menudo la economista y feminista Nancy Folbre. Ahí va, disfrutadla y debatidla:
Había una vez un grupo de diosas que decidieron llevar a cabo una competición, una especie de olimpíadas en que participaran los países del mundo. No se trataba de una carrera normal con una distancia fija en la que el primero que llegara a la línea de meta ganaba la medalla de oro, sino una competición para ver qué sociedad era capaz de hacer avanzar a sus miembros como si fueran un verdadero colectivo. Se dio el pistoletazo de salida y la nación número uno cobró rápidamente ventaja.
Esta nación había animado a cada uno de sus ciudadanos a correr todo lo que pudieran, lo más rápido que les fuera posible, hacia una línea de meta desconocida. Todos dieron por sentado que el recorrido no podía ser muy largo. Comenzaron a correr muy rápido y, al poco tiempo, los niños y los mayores se quedaron atrás. Nadie se detuvo a ayudarles. Todos estaban exultantes de alegría al ver lo rápido que corrían y no tenían tiempo que perder. Sin embargo, conforme proseguía la carrera, incluso ellos comenzaron a sentirse cansados. Pasado cierto tiempo, casi todos los corredores estaban exhaustos o lesionados, sin que quedara nadie que pudiera continuar.
La nación número dos eligió una estrategia diferente. Esta sociedad decidió que todos sus hombres jóvenes ocuparan la vanguardia de la carrera y les dijo a las mujeres que ocuparan la retaguardia. Debían llevar a los niños y ocuparse de los ancianos. Esto dio lugar a que los hombres pudieran correr increíblemente rápido. Las mujeres les seguían y les ayudaban cuando se sentían cansados. Al principio, parecía un sistema excelente. Pero pronto estalló el conflicto. Las mujeres sentían que sus esfuerzos eran, al menos, tan importantes como los de los hombres. Si no hubieran tenido que encargarse de los niños, podrían haber corrido igual de rápido, argumentaban. Los hombres rechazaron su punto de vista, y lo que por un tiempo había parecido una estrategia ganadora fue perdiendo fuelle. Toda la energía se fue agotando en negociaciones, conflictos y peleas.
Entonces, el foco de atención de la carrera se desplazó hacia la nación número tres, que se había ido moviendo relativamente despacio. Sin embargo, cuando las diosas se fijaron en ella vieron que avanzaba a un ritmo mucho más regular que las otras. Sus miembros habían tomado la decisión de correr juntos cuidando entre todos de los menos capaces. Hombres y mujeres iban alternándose a la cabeza del grupo, y entre ambos se iban turnando para ocuparse de los niños y de los enfermos. Se valoraban tanto la velocidad como el trabajo en equipo, y esta responsabilidad compartida fue creando una solidaridad entre la gente que cohesionaba el grupo. Obviamente, esta nación fue la que ganó la competición. Es una historia con final feliz. ¿Quién le hacía la cena a Adam Smith? pp 118 y 119.
Creo que es una fábula muy bonita, pero también utópica, jaja, lamentablemente ni entre naciones, ni entre los individuos volteamos a ver al de al lado, si entendiéramos que la única forma de salir adelante es cooperando y no anteponiendo nuestros intereses y necesidades a las de los demás viviríamos en un mundo ideal.
ResponderEliminarSaludos
¡Hola, Ana!
EliminarEl cuentecito está descontextualizado y visto así puede parecer que tiene pretensiones utópicas. Nada más alejado de la intención de la autora. No es nada más que una fábula fantástica para hacernos ver que una economía que desprecia o margina la aportación de la mitad de la población y que solamente busca el beneficio económico inmediato, es un sistema económico cuando menos injusto. El libro es un estudio sobre la economía de la sociedad occidental y una reivindicación de la mujer y de la "feminización" de algunas prácticas político-económicas.
Saludos y gracias por el comentario.