Páginas

viernes, 9 de junio de 2017

CASA TORRE DE ARANZATE


En mis correrías matinales a veces paso por aquí y siempre pienso lo mismo: tengo que dedicarle una entrada. Luego se me olvida y vuelta a empezar. Hace un par de semanas volví a pasar, saqué el móvil, me paré y le hice un par de fotos. Hoy, por fin, voy a escribir sobre él.

Quien conozca los caseríos del País Vasco difícilmente identificaría este edificio con uno de ellos, por mucho que en la actualidad cumpla esa misión. De hecho, visto desde la carretera lo primero que llama la atención es el "pegote" que aparece en la fachada, a la altura del primer piso. Y si giramos y nos metemos hacia la entrada, la fachada principal nos sorprende con una puerta y una ventana adoveladas, más un escudo armero.

La planta casi cuadrada, la excesiva altura, los elementos ajenos a una casa de campo y la antigüedad de los mismos, el grosor de los muros... No es un caserío habitual, es, probablemente, el edificio más antiguo que se conserva en Irún, una auténtica casa torre medieval, aunque muy transformada por el tiempo transcurrido, los usos y las remodelaciones. Es la Casa Torre de Aranzate.



Durante el final de la Baja Edad Media, en esta tierra se produjeron las luchas de banderizos, enfrentamientos entre distintas familias, de entre las cuales destacaron las guerras entre gamboinos y oñacinos, que terminaron con las órdenes de Enrique IV (1457) y Fernando II de Aragón e Isabel de Castilla (1498). Las torres fueron desmochadas en la primera de ellas.

De la familia Aranzate, aunque este edficio también fue desmochado, no se sabe si tomó parte en estas guerras de bandos. Al menos, no consta ningún documento que así lo acredite. Sin embargo, sí hay una acción de uno de los señores de Aranzate bien conocida en la ciudad y de la que se guarda registro en el escudo.

Escudo de Aranzate en la fachada del Palacio de Urdanibia

Corría el año 1476. Esta tierra fronteriza entre tres reinos —Navarra, Castilla, Francia— estaba una vez más en guerra y las tropas francesas la habían ocupado. Un destacamento se había hecho fuerte en una torre que los Aranzate tenían en lo que hoy es el centro de la ciudad. Eran 120 soldados al mando de un capitán llamado Purguet. El dueño, Pedro de Urdanibia, mandó incendiar su propia hacienda. Los soldados murieron abrasados o en las lanzas de los soldados guipuzcoanos cuando se arrojaban al vacío para salvar la vida. Cosas de hombres, cosas de ¿héroes?, cosas de ¿antaño?

Sea como fuere, la acción se vio recompensada y algunos años después el escudo nobiliar aumentó su decoración con una torre en llamas en los cuarteles 1º y 4º: arriba, a la izquierda; abajo, a la derecha. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Este blog es personal. Si quieres dejar algún comentario, yo te lo agradezco, pero no hago públicos los que no se atienen a las normas de respeto y cortesía que deben regir una sociedad civilizada, lo que incluye el hecho de que los firmes. De esa forma podré contestarte.