Figura en una ventana, S. Dalí. Museo Reina Sofía |
EL INFINITO
Siempre caro me
fue este yermo collado,
y este seto que
priva a la mirada
de tanto espacio
del último horizonte.
Mas sentado,
contemplando, imagino
más allá de él
espacios sin fin,
y sobrehumanos
silencios; y una quietud hondísima
me oculta el
pensamiento.
Tanta que casi
el corazón se espanta.
Y como oigo
expirar el viento en la espesura
voy comparando
ese infinito silencio
con esta voz y
pienso en lo eterno,
y en las
estaciones muertas, y en la presente viva,
y en su música.
Así que en esta
inmensidad se
anega el pensamiento:
y naufragar es
dulce en este mar.
Traducción de Antonio Colinas
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