Entre algunas cosas buenas que tiene internet podemos contar claramente con la de albergar la biblioteca más gigantesca jamás imaginada. Sabiendo buscar y sin dejarnos llevar por el impulso de lo llamativo, donde abunda la ganga, podemos encontrar espacios de verdadera calidad.
Hoy, para celebrar la lectura, me he ido hasta mis antípodas, Nueva Zelanda, de la que desconozco todo sobre su poesía y me he encontrado con una auténtica mina de material raro y de primera calidad.
Poesía neozelandesa es una página del poeta, novelista, ensayista y traductor mexicano Rogelio Guedea. En ella aparecen recogidos 36 poetas —traducidos por el propio Guedea— con una brevísima biografía y unos pocos poemas.
Todas las obras me han parecido de alta calidad. De entre todas he cogido el poema La lluvia, de Hone Tuwhare, poeta de origen maorí, porque comparto con él la atracción por ese fenómeno atmosférico sin el cual la vida sería muy difícil. En 2007, según recoge Wikipedia, el poema fue elegido por sus compatriotas como el mejor poema de la literatura neozelandesa.
Puedo escucharte
haciendo pequeños agujeros
en el silencio
Lluvia
Si fuera sordo
los poros de mi piel
se abrirían para ti
y se cerrarían
y te conocería
por tu lamedura
si fuera ciego
ese especial olor tuyo
cuando el sol
endurece la tierra
el firme tamborileo
que produces
cuando el viento amaina
pero si no pudiera
escucharte olerte
o sentirte o verte
aun así seguirías
definiéndome
dispersándome
empapándome
Lluvia.
***
Y esta hermosa interpretación del poema por parte del coro de St Cuthbert's College, dirigido por Megan Flint y acompañado por al oboe por Francesca Orchard-Hall. La música es de David Hamilton.
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