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La primavera, en la que entramos a las 11:28 (hora peninsular; 10:28 T.U.), ha sido cantada y celebrada de mil maneras diferentes. Uno de los atractivos más fascinantes de esta época del año es la ingente proliferación de colores con que se viste la naturaleza, llena de vida que brota por doquier a través de sus magníficas flores.
William Wordsworth (1770-1850) nos ha dejado uno de esos poemas que los escolares de sus país suelen aprender de memoria, los estudiosos de su obra no se casan de analizar y los amantes de la naturaleza recuerdan una y otra vez con placer.
Iba solitario como una nube
que flota sobre valles y colinas.
cuando de pronto vi una muchedumbre
de dorados narcisos: se extendían
junto al lago, a la sombra de los árboles,
en danza con la brisa de la tarde.
Reunidos como estrellas que brillaran
en el cielo lechoso del verano.
Poblaban una orilla junto al agua
dibujando un sendero ilimitado.
Miles se me ofrecían a la vista,
moviendo sus cabezas danzarinas.
El agua se ondeaba, pero ellas
mostraban una más viva alegría.
¿Cómo, si no feliz, será un poeta
en tan clara y gozosa compañía?
Mis ojos se embebían, ignorando
que aquel prodigio suponía un bálsamo.
Porque a menudo, tendido en mi cama,
pensativo o con ánimo cansado,
que flota sobre valles y colinas.
cuando de pronto vi una muchedumbre
de dorados narcisos: se extendían
junto al lago, a la sombra de los árboles,
en danza con la brisa de la tarde.
Reunidos como estrellas que brillaran
en el cielo lechoso del verano.
Poblaban una orilla junto al agua
dibujando un sendero ilimitado.
Miles se me ofrecían a la vista,
moviendo sus cabezas danzarinas.
El agua se ondeaba, pero ellas
mostraban una más viva alegría.
¿Cómo, si no feliz, será un poeta
en tan clara y gozosa compañía?
Mis ojos se embebían, ignorando
que aquel prodigio suponía un bálsamo.
Porque a menudo, tendido en mi cama,
pensativo o con ánimo cansado,
los veo en el ojo interior del alma
que es la gloria del hombre solitario.
y mi pecho recobra su hondo ritmo
y baila una vez más con los narcisos.
que es la gloria del hombre solitario.
y mi pecho recobra su hondo ritmo
y baila una vez más con los narcisos.
Versión de Gabriel Insausti.
Y el original, en inglés, leído por Jeremy Irons:
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