Enlace con la antología |
Con esta intención civilizadora el Ayuntamiento de Salamanca ha publicado la antología No resignación (poetas del mundo por la no violencia contra la mujer). De la recopilación y coordinación se ha encargado el poeta y profesor de la Universidad de Salamanca, Alfredo Pérez Alencart. La obra recoge textos de 135 poetas de todo el mundo y está ilustrada por Miguel Elías.
Si no estáis por Salamanca y os horroriza eso de escribir y solicitar, el Ayuntamiento salmantino y quienes han colaborado con sus creaciones han tenido la feliz idea de ofrecerla libremente colocándola en internet para que la inteligencia colectiva haga uso de ella, la difunda y sirva como un gesto de rechazo más contra la violencia de género.
La antología se abre con la primera estrofa del poema Yo misma fui mi fruta, de la poeta costarricense, Julia Burgos (1914-1953).
Yo quise ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes,
y mis pies planos sobre la tierra promisora
no resistían caminar hacia atrás,
y seguían adelante, adelante,
burlando las cenizas para alcanzar el beso
de los senderos nuevos.
A cada paso adelantado en mi ruta hacia el frente
rasgaba mis espaldas el aleteo desesperado
de los troncos viejos.
Pero la rama estaba desprendida para siempre,
y a cada nuevo azote la mirada mía
se separaba más y más y más de los lejanos
horizontes aprendidos:
y mi rostro iba tomando la espresión que le venía de adentro,
la expresión definida que asomaba un sentimiento
de liberación íntima;
un sentimiento que surgía
del equilibrio sostenido entre mi vida
y la verdad del beso de los senderos nuevos.
Ya definido mi rumbo en el presente,
me sentí brote de todos los suelos de la tierra,
de los suelos sin historia,
de los suelos sin porvenir,
del suelo siempre suelo sin orillas
de todos los hombres y de todas las épocas.
Y fui toda en mí como fue en mí la vida...
Yo quiese ser como los hombres quisieron que yo fuese:
un intento de vida;
un juego al escondite con mi ser.
Pero yo estaba hecha de presentes;
cuando ya los heraldos me anunciaban
en el regio desfile de los troncos viejos,
se me torció el deseo de seguir a los hombres,
y el homenaje se quedó esperándome.
Una feliz idea contra una brutal conducta.
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